Su casa en La Paz quedó casi vacía. Los albañiles
comienzan a repararla para el próximo inquilino. Un jardinero retira las
matas y el parrillero está repleto de enseres. Él y los suyos acaban de
trasladarse a otro lugar mientras terminan de preparar su viaje a La
Haya, en Holanda, donde residirán los próximos años. Con cierto aire de
nostalgia, Eduardo Rodríguez Veltzé habla con La Razón antes de
partir...
Él se irá antes del 10 de agosto y su
familia lo hará unos días después; sus dos hijos adolescentes deberán
comenzar sus clases el 20.
Muy buen anfitrión, el ex
Presidente de la República (2005-2006) trae dos sillas empolvadas, las
limpiamos juntos y comenzamos a hablar sobre el pasto recién cortado.
Una primera certeza suya que llama la atención es que considera que ni
los bolivianos ni los chilenos de esta generación provocaron la guerra
de 1879 y que, por esa condición, es posible un acuerdo con los vecinos
sobre el diferendo marítimo. Así, imagina que al final del juicio en la
Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya ésta habrá dado la
razón a Bolivia, que busca volver al mar.
— ¿Listo para trasladarse a Holanda?
— Estoy en los últimos afanes burocráticos y domésticos, pero prácticamente listo.
— ¿Dónde va a residir?
— En La Haya.
— ¿Ya tiene todo arreglado para llegar allí?
— Estamos en eso. Estoy trabajando con la misión para encontrar residencia y afinar los detalles propios del traslado.
— ¿Cuándo se va exactamente?
— Yo estimo que será entre el 5 y 10 de agosto.
— ¿Qué conoce de la ciudad?
— Muy poco. He estado en un par de ocasiones y en estadías muy breves,
que correspondían a las audiencias que se celebraron en la Corte.
Conozco muy poco, pero tengo un entusiasmo muy grande por conocer mejor
no sólo la ciudad, sino los Países Bajos.
— En este tipo de situaciones, el idioma suele ser una trampa…
— Entiendo que gran parte de la población habla inglés. Yo hablo
inglés, será el idioma que utilice, pero me he propuesto también
aprender holandés, es un desafío personal.
— ¿Alguna vez estuvo mucho tiempo fuera del país?
— Cuando estudiaba en Estados Unidos y luego, una temporada, en España. No es ajena para mí la experiencia de vivir fuera.
— ¿Percibe algún temor o nostalgia de vivir afuera?
— Al contrario, yo encuentro que es un privilegio para cualquiera tener
una experiencia en un país distinto al suyo. Eso enriquece mucho las
relaciones humanas y amplían los horizontes.
— ¿Cómo sucedió su nominación como agente?
— Hubo una coincidencia de circunstancias, de vocación, de buenos
propósitos y, sobre todo, de una causa que sólo puede sumar gente que
aporte y no restar. Entonces, me sumo a algo que es muy importante para
todos.
— Dos funciones a la vez, también embajador...
— Sí, pero son complementarias. Entiendo que una hace a la otra, no debería haber dificultades.
— ¿Cómo lo contactaron?, ¿cómo llegaron a convencerlo?
— Tuve algunas reuniones con el conjunto de expresidentes y
excancilleres que sirvieron de introducción a la política de Estado
sobre este asunto. Ése fue el inicio y, luego, algunas más específicas
que condujeron a este requerimiento y mi aceptación de ser parte de un
equipo, que no es una tarea individual, que supone sinergias de quienes
aportamos a una convicción por la causa.
— ¿Fue el presidente Evo Morales quien lo convenció o la propuesta?
— Las dos cosas. Tenía un convencimiento sobre la propuesta, su
viabilidad, su prospecto positivo y también en el ofrecimiento del
Presidente, que conduce la política y es la máxima autoridad del país.
— Dijo que de lo que se trata es que se haga justicia. ¿Cuál tendría que ser el resultado al final de su misión?
— El resultado tiene que representar la confirmación de la demanda, que
busca que la Corte Internacional de Justicia de La Haya disponga que
Chile concluya negociaciones de buena fe, de buen propósito y de manera
efectiva, pronta y cumplida con Bolivia para un acceso soberano al
(océano) Pacífico. Nuestro propósito es que esa invocación de justicia
sea atendida.
— Sin embargo, no
todos comprenden esta intención. En sectores opositores de Bolivia
cuestionan el porqué de esa vía, y en Chile dicen que es
confrontacional.
— Esas voces disonantes o
de confrontación son propias de un ámbito democrático, en el que,
obviamente, la disparidad de opiniones es la regla. Parece que todas las
opiniones pueden ser muy respetables, sin embargo, hay un consenso y
convencimiento de que Bolivia tiene una razón para acudir ante la Corte
Internacional y, además, razón de justicia para que se restituya su
acceso soberano en términos en los que no hay una imposición, menos una
acción de fuerza, sino un entendimiento a través de los mecanismos
establecidos por la comunidad internacional, el sistema internacional de
las Naciones Unidas, que son los espacios que procuran atender estas
situaciones como la que ha planteado Bolivia y que, esperamos, sea
eficiente también esta vez.
— Lo dijeron los expresidentes, ahora existe política marítima, una política de Estado. ¿Cómo se resume eso?
— Bolivia siempre tuvo una política uniforme de destacar que su
enclaustramiento ha sido injusto, de reclamar una transformación de este
estado de cosas y en sostener que Chile y, también, Perú deben ser
abiertos a una salida para superar este encierro que es tan oneroso para
el país.
— ¿Ya está plenamente en curso el proceso judicial contra Chile?
— Está en pleno curso porque la demanda ha sido admitida formalmente,
los agentes y representantes de ambos países han concurrido a una
audiencia en la que se han fijado los términos para la presentación de
las memorias. Este proceso está plenamente en curso, luego le sucederán
otras contingencias.
— ¿Hay posibilidad de que Chile pueda zafarse del proceso con argumentos como, por ejemplo, que ésa no es la jurisdicción?
— Yo prefiero no especular, que el proceso siga el curso que corresponde.
— ¿Cuál la esencia del proceso?
— Es la búsqueda de justicia, de una solución conveniente y equitativa,
que restituya a Bolivia una salida soberana y que ésta sea de manera
convenida y de buena fe con Chile. Que se atienda intereses mutuos y,
sobre todo, se repare una situación que no la provocamos quienes somos
parte de esta generación; nosotros no fuimos parte de la guerra ni
quienes viven hoy en Chile. Somos tres generaciones posteriores a
aquélla que tuvo que enfrentarse por las armas. No necesitamos
enfrentarnos, sino convenir soluciones para lo que la guerra generó.
Estamos, bolivianos y chilenos, a la altura de lograr este desafío.
— ¿En qué condición están Chile y Bolivia en este diferendo?
— Ambos son países soberanos y con plena capacidad para adoptar
posiciones que estimen convenientes. Sin embargo, por encima de estas
posiciones soberanas hay una filosofía de paz, de justicia, de
confraternidad y de solución de problemas añejos, de interés
continental, que deben atenderse.
— ¿Qué sensación tuvo al ver por primera vez a su colega Felipe Bulnes en La Haya?
— Tengo una primera buena impresión del agente chileno, Felipe Bulnes,
con quien logramos acordar los términos que llevamos a la primera
audiencia ante la Corte para la presentación de memorias. Nada más.
— ¿Cómo fue ese primer procedimiento de reunirse con el agente y el titular de la CIJ de La Haya?
— Fue una reunión muy formal en la que las partes expresaron su saludo
de cortesía y se expresaron los alcances del convenio preliminar, que
fueron confirmados por el pleno de la Corte y que días después se los
expidió a través de una orden.
— ¿Qué actitud percibió de parte del presidente de la Corte, Peter Tomka?
— La Corte expresa el mejor ánimo cuando las partes convienen
situaciones que deben ser idealmente resueltas de manera preliminar,
como son ciertos plazos. Pero el fondo de la controversia es un tema que
compete a la Corte, yo prefiero no especular y simplemente reiterar que
Bolivia confía en la imparcialidad y eficiencia de ese alto tribunal.
— ¿Se puede afirmar que en el primer momento de este proceso hubo concordia entre ambos países?
— Por los resultados de la primera audiencia, sí.
— ¿Qué es una memoria?
— Es el conjunto de documentos que procura reflejar las pruebas que respaldan lo que se afirma en la demanda.
— Técnicamente, ¿qué contendrá ese documento?
— Documentos de orden histórico, diplomáticos y argumentos jurídicos.
— Jurídicamente, ¿cómo es posible “obligar” a Chile a sentarse a resolver el diferendo marítimo?
— Ésa es la petición que tiene el Estado boliviano frente a la Corte y
que se explica por sí misma: que haya una disposición que permita que
ambos países lleguen a determinados acuerdos.
— ¿Encontró respaldo a la propuesta en las reuniones que sostuvo?
— De momento, sólo puedo afirmar que estamos en un proceso en curso y
serán los resultados de ese proceso los que reflejen esas impresiones.
Por ahora no puedo informar nada más.
— ¿Con qué sectores políticos se ha reunido para socializar esta iniciativa?
— A través de los medios y con algunas iniciativas de orden académico y
regional que me han permitido compartir con la ciudadanía algunos de
estos extremos.
— Es obvio, hay temas sensibles en este juicio. ¿Qué es posible comunicar y qué no acerca del caso?
— La petición boliviana tiene que argumentarse en un proceso
contradictorio, que significa que Bolivia hace sus planteamientos y
Chile tiene la oportunidad de rebatirlos. Y el espacio de esa
controversia es la Corte. No son necesariamente los medios que cubren
los alcances de esa controversia, pero yo no puedo, como agente y
representante de Bolivia, hacer explícitos esos argumentos; los haremos
en su oportunidad y en los ámbitos llamados para ello.
— Usted tiene una enorme responsabilidad en la misión, ¿cómo imagina las relaciones de Bolivia y Chile al terminar el juicio?
— La Corte nos habrá dado la razón y que Bolivia y Chile habrán
encontrado un derrotero de concordia y armonía, y que habremos resuelto
uno de los problemas más antiguos del continente. Ésa es mi esperanza.
— Se dice que hasta septiembre habrá sentencia en el diferendo Chile-Perú. ¿Puede incidir eso en el caso boliviano?
— Muy poco, es prematuro especular sobre los alcances de esa sentencia y yo profiero no hacerlo.
— ¿Qué mensaje piensa respecto de su misión?
— Reiterar, como en anteriores oportunidades, que el servicio público
compromete una vocación, una alta responsabilidad, que lo hago con una
enorme satisfacción y, sobre todo, con la esperanza de que esta política
que ha marcado el presidente Evo Morales sea responsabilidad de todos
en lo que les toca, no solamente la gente y todas las instituciones,
sino que todos los bolivianos tengamos fe en este nuevo emprendimiento
de alcance nacional.
— ¿Qué
diferencia encuentra entre las misiones públicas que le tocó ejercer?
Ser titular de la Corte Suprema, presidente de la República y ahora
agente y embajador...
— La naturaleza de las
funciones difiere, pero hay algo en común, que es el servicio que uno
debe asumir siempre en honor a la Patria, al sentido del bien común y,
sobre todo, en este caso muy particular, en la búsqueda de la justicia.
— ¿Será una misión más compleja que las otras?
— Cada cual tuvo sus complejidades. Ésta es, sin duda, una más.
Publicado en el suplemento Animal Político de La Razón
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