lunes, 15 de julio de 2013

Trece horas, el periplo de la indignación

Rubén D. Atahuichi López
14 de julio de 2013

 
A sólo 15 minutos de ingresar a cielo francés, una fuerte sensación de sorpresa inunda el Dassault Falcon 900 FAB-001, el avión presidencial. El piloto de la nave comunica al principal pasajero, el presidente Evo Morales, que Francia acaba de impedir el paso por su espacio aéreo de la nave de retorno a Bolivia. Es el segundo desplante que sufre en el día, antes del cafecito que se atreve a reclamarle   el Embajador de España en Austria.
La noticia es inimaginable a las 14.00, hora boliviana (hb), y 22.00, en Rusia, del martes 2 de julio, cuando el aparato deja Moscú tras la reunión del Mandatario con su colega Vladimir Putin en el Kremlin. El periplo comienza sin mayores preocupaciones una vez conocida la decisión de Portugal de revocar inesperadamente el permiso de sobrevuelo del aparato oficial a través de su espacio aéreo. Morales tiene pastas, camaroncitos y algunas carnes para comer, y toma jugo de frutas. Media hora en el aire, desafía al “Pavote” —como llama al ministro de Defensa, Rubén Saavedra— a una séptima partida de ajedrez, una concesión para que éste intente reivindicarse de las cuatro derrotas contra una, además de dos tablas, que sufrió en el vuelo La Paz-Moscú. El Presidente gana una vez más y su contendor siente que está cansado por tanto trajín.
Son poco más de las 16.00 (hb) y unos minutos más después de la medianoche en Europa. El FAB 001 está a más de dos horas de haber decolado del aeropuerto Sheremétievo de Moscú. Ocurre algo incierto en el viaje que debió terminar a primera hora del miércoles en La Paz, horas antes de la reunión de gabinete en el Palacio de Gobierno.“Presidente, debo informarle que Francia ha denegado el acceso de nuestro avión a su espacio aéreo”, atina a decir preocupado el piloto.
— ¿Qué quiere decir eso?
— No tenemos autorización.
— ¿Por qué?
— Así como informó Lisboa: “problemas técnicos”.
— ¿Qué pasará?
— Es peligroso pasar, no sabemos... 

Morales, Saavedra; la jefa de gabinete, Patricia Hermosa; el periodista de radio Patria Nueva Iván Maldonado, el edecán, el agente de seguridad y cinco tripulantes del avión están expuestos ante una incertidumbre.
¡Qué raro! El ministro no sale de su asombro, considerando que, ante la negativa de Portugal, la primera del periplo presidencial, sabía que Francia era la siguiente opción camino a la escala técnica en España. Hay que activar la emergencia. El piloto carga la peor crisis.
— Presidente, tengo que solicitarle que me autorice a volver a Rusia.
— ¿Dónde estamos?
— Sobrevolando Austria.

Un breve silencio invade el ambiente. Lo que parecía una viaje tranquilo —con la octava partida interrumpida de ajedrez— se convierte en una preocupación extrema. La disyuntiva es volver a Rusia, a dos horas y media, o aterrizar en Viena, a media hora del momento tenso. Sin aval francés ni portugués, no hay forma de llegar a Las Palmas, en las Islas Canarias (España), a 5.190 kilómetros de distancia desde Moscú. Este punto está previsto ahora para la recarga de combustible del avión cuya autonomía de vuelo es de 8.340 kilómetros.
Morales duda y decide, ordena al piloto comunicarse con la torre de control del aeropuerto Schwechat de Viena. Viraje obligado y conflicto diplomático en ciernes.Mientras se ejecuta la operación de emergencia, el Jefe del Estado le pide explicaciones jurídicas  al Ministro de Defensa. Es una situación “gravísima”, Francia acaba de violar los tratados internacionales.
Y Maldonado especula e ironiza: “¿No estarán creyendo que Edward Snowden está en el avión?”. Un día antes, Morales había escuchado ese nombre cuando una periodista de Rusia Today le preguntó sobre una eventual solicitud de asilo del exfuncionario de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). “Si hay una solicitud, por supuesto, estamos dispuestos a debatir, a analizar este tema”, contestó el Mandatario.
Tras las elucubraciones, hay novedades favorables para la comitiva. “Nos han autorizado aterrizar”. Nervioso, el piloto está en contacto con tierra, a pesar del tosco inglés de ambos interlocutores y la tensión.
— Buenas noches, control, Fox (F) Alfa (A) Bravo (B) 001.
— Fox Alfa Bravo 001, buenas noches. Información para aterrizar hb 16.
— Información para aterrizar en la pista 16, Fox Alfa Bravo 001.
—  ¿Necesita alguna asistencia, Fox Alfa Bravo 001? ¿Necesita asistencia para el aterrizaje?
— No, en este momento necesitamos aterrizar, porque no podemos tener una indicación correcta del indicador de combustible y, como precaución, necesitamos aterrizar.
— Fox Alfa Bravo 001, correcto y continúe. Tiene que decirnos las coordenadas de su aproximación del descenso cada 0900.
— De acuerdo, les aviso cada 0900.
— Fox Alfa Bravo 001, puede continuar su descenso a 2.500 pies para entrar en el radar
— 2.500 pies, 001.
— Negativo, descenso a más de 2.500 pies por minuto mantén-gase a 900.
— 2500 pies o más por minuto nos aproximamos, 001...

El protocolo se cumple en dos minutos y 17 segundos. El Fox Alfa Bravo 001 está a punto de aterrizar. En tierra, un vehículo policial y al menos tres funcionarios esperan a la comitiva. Son las 16.35, hora boliviana (22.35, hora de Austria).
Los anfitriones hablan con el piloto y éste cuenta que en el avión viaja el Presidente de Bolivia. “Explíqueles la situación”, instruye Morales a Saavedra, mientras el edecán alista los  pasaportes de los 11 pasajeros.Presidente, están chequeando los documentos; lo van a trasladar a la sala VIP del aeropuerto, informa.
Un vehículo transporta a la comitiva 300 metros más allá. Instalado allí, lo primero que hace Morales es comunicarse con el vicepresidente Álvaro García Linera y, luego, con el canciller David Choquehuanca.
Mientras, el ministro Saavedra llama al encargado de Negocios de Bolivia en Austria, Ricardo Martínez, a quien le pide que se comunique con la Embajada de España en Viena. Y el piloto informa lo que se suponía: Italia también obstruye el paso.
Conversación privada desde la capital austriaca, en tanto Bolivia acaba de enterarse de que el Jefe del Estado y su delegación fueron impedidos de continuar viaje a La Paz por decisión de Portugal, Francia, Italia y España, no obstante, sobre este último país no hay información precisa.
Snowden. Aunque ya se sabe que una de las razones del bloqueo aéreo es la supuesta presencia de Snowden en el avión presidencial, con mucho reparo Choquehuanca informa que el argumento esgrimido por aquellos países —coincidentemente miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)— son “razones técnicas”. “No podemos mentir a la comunidad internacional llevando pasajeros fantasmas. Por eso queremos expresar nuestra molestia, queremos expresar nuestro malestar porque se ha puesto en riesgo la vida de un Presidente. Hemos visto discriminación”.
Los gobernantes de Ecuador, Rafael Correa; de Venezuela, Nicolás Maduro, y de Nicaragua, Daniel Ortega, ya se comunicaron con Morales. Le expresaron su solidaridad y decidieron ponerse a su disposición a través de sus representantes.
Al sur, la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, termina una reunión en la Casa Rosada, la sede de gobierno. Uno de sus asistentes, teléfono en mano, le dice que al otro lado de la línea está su colega Correa. Pide que le pasen el contacto. Ella en babia, como dice. Raro,  siempre está “atenta y vigilante”.
Comienza su relato por Twitter sobre la situación. “Hola, Rafa, ¿cómo estás? Me contesta entre enojado y angustiado. ‘¿No sabes lo que está pasando?’”.
— Cristina, lo han detenido a Evo con su avión y no lo dejan salir de Europa.
— ¿Qué? ¿Evo? ¿Evo Morales detenido? ¿Pero qué pasó, Rafael?
— Varios países le revocaron el permiso de vuelo y está en Viena.
Fernández se indigna. “Están todos locos. Jefe de Estado y su avión tienen inmunidad total. No puede ser este grado de impunidad”. Cuenta que Correa llamará al presidente del Perú, Ollanta Humala, “para una reunión urgente de la Unasur (Unión de Naciones Suramericanas)”. Luego, llama a Morales. “Él me pregunta a mí cómo estoy”, ironiza. “Estoy aquí en el saloncito del aeropuerto”, responde el Presidente.
Morales le narra los detalles y ella le explica algunas razones jurídicas sobre el impasse. Luego de colgar el teléfono, Fernández llama a Susana Ruiz Cerruti, experta en la Cancillería de su país. “Me confirma inmunidad absoluta por derecho consuetudinario, receptado por la Convención de 2004 y el Tribunal de La Haya”, comenta en la red social.
Morales ya tiene más argumentos para defender su idea sobre lo que le hicieron. Fernández habla para sus seguidores del Twitter: “Si Austria  no lo deja salir o quiere revisar su avión, puede presentarse ante la Corte Internacional de La Haya y pedir una medida cautelar. No sé si ponerme a reír o llorar”.
“Si no, podemos mandarle un juez desde acá”, especula. También se comunica con su colega de Uruguay, José Mujica, de quien dice que, como otros, está indignado por la situación. Correa ya hizo lobby con su colega del Perú y vuelve a hablar con Fernández.
“Me avisa que Ollanta va a convocar a una reunión de la Unasur. Son las 00.25. Mañana va a ser un día largo y difícil. Calma. No van a poder”. Fernández deja de tuitear. En Quito, Correa cierra la noche con una frase casi filosófica, que se convierte luego en su impronta verbal sobre la crisis: “Horas decisivas para la Unasur. O nos graduamos de colonias o reivindicamos nuestra independencia, soberanía y dignidad”.
Al otro lado del charco, el mandatario Morales expresa su molestia por las más de tres horas de retención, precisamente antes del tercer desplante. Llega el embajador de España en Austria, Alberto Carnero, acompañado de dos sujetos.

Tras saludarlos, el Presidente pregunta al diplomático cuál era la posición de España respecto de la inicial autorización de aterrizaje en Las Palmas. Tenemos que seguir órdenes, “quisiéramos que nos permita revisar el avión”, responde con amabilidad Carnero, visiblemente nervioso. Morales se enfada:
— ¿Usted me está pidiendo esa condición? Yo no puedo permitir que revisen mi avión; está dudando de mi palabra como presidente de los bolivianos. Nosotros tenemos una trilogía: ama llulla, ama sua y ama qhella.
— No, Presidente.

El Jefe del Estado insiste en saber si España va a permitirle o no llegar a su territorio y Carnero se retira, dice que consultará con su Vicecanciller (Jesús María Gracia, aparentemente). Pasan unos minutos del día 3 de julio en Bolivia y la sala VIP del aeropuerto se llena de periodistas, Morales pide a Maldonado datos sobre Snowden. Un papelito le sirve de ayuda memoria. Retorna el embajador, quien se atreve a algo que enfada al Presidente retenido.
— Yo quisiera tomarme un cafecito con usted en el avión.
— Usted me está pidiendo tomar un cafecito, eso es discriminación. No soy delincuente ni mentiroso.

Termina el intento infructuoso del español. Enfada otra vez a Morales al decirle que hable con el Vicecanciller. “No puedo hablar con su Vicencanciller, que su Presidente (Mariano Rajoy) se comunique conmigo”, refuta. Carnero no puede, dice que volverá a las nueve para comunicar la decisión de su país. O sea, deja al Mandatario de Bolivia en ascuas.
Son poco más de las 03.00 en Bolivia (09.00 en Rusia). Llega el presidente austriaco, Heinz Fischer. Ambos gobernantes se reúnen hasta que regresa Carnero para informar que España decidió reponer la autorización de aterrizaje en Las Palmas.
05.30 (11.30 en Austria). Decola el Dassault Falcon 900 y Morales y Saavedra se aprestan a las dos últimas partidas, antes de llegar a Fortaleza (Brasil), a las 17.15. Es 7 a 1 el resultado final. Paliza para el ministro. Morales llegó a El Alto a las 23.40. Fue recibido por una multitud.

Publicado en el suplemento Animal Político de La Razón

Fue un ‘bloqueo por razones políticas’


Dos días después de su periplo por Europa, seis presidentes de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) se reunieron en Cochabamba de manera excepcional. El motivo: desagravio al presidente Evo Morales, que un día antes había sufrido un bloqueo aéreo de parte de Portugal, Francia, Italia y España.
El Mandatario boliviano contó su indignación ante sus colegas de Argentina, Cristina Fernández; de Ecuador, Rafael Correa; de Venezuela, Nicolás Maduro; de Uruguay, José Mujica, y de Surinam, Desi Bouterse, además a delegados de Brasil, Chile, Colombia y Perú, también miembros del bloque regional. Ésta es una parte del relato:
No solamente fue una preocupación, sino ocupación de los presidentes de Sudamérica con sus llamadas telefónicas, condenando este abuso arbitrario de algunos gobiernos de Europa. Estamos convencidos, y más informados, por la imposición del Gobierno de Estados Unidos.
Quiero saludar y agradecer esta gran solidaridad, que no es solamente con Evo, sino con el pueblo boliviano y los pueblos de América Latina y el Caribe. En esa oportuna movilización, nuestras fuerzas sociales, como siempre y como nuestros antepasados, están presentes para defender la dignidad de los pueblos de América Latina.
Yo volvía muy contento de la reunión con el presidente de Rusia, Vladimir Putin. La ruta de retorno era Rusia-Portugal-Guyana-La Paz. Antes de empezar la reunión con Putin, nuestros pilotos y tripulantes nos informaron que nos habían prohibido aterrizar en Portugal, “por razones técnicas”. Ahora me doy cuenta de que no era por razones técnicas, sino por razones políticas.
Hemos respetado (la decisión), pedimos a nuestro piloto y al Canciller que consigan otra ruta donde hacer recarga (de combustible) y España nos autorizó en Las Palmas, en las Islas Canarias. Teníamos todo el trayecto con autorización, pasando por Alemania, España, Portugal, Italia y Francia. Sin embargo, a pocos minutos de ingresar a espacio aéreo francés, información de la torre de control nos dice que no podíamos cruzar por Francia; el piloto del avión nos pregunta qué hacer y nos recomienda volver de emergencia a Rusia. Evidentemente, había problemas de combustible y, frente a esta situación, decidimos aterrizar de emergencia en Viena, Austria.
Aterrizamos e informamos al personal del aeropuerto. Como era un aterrizaje de emergencia y de urgencia, el personal (nos recibió) como cualquier protocolo (en los protocolos siempre se acercan y dicen qué tenemos que hacer). Bajamos y nos acompañaron (saludo al presidente de Austria, Heinz Fischer, y su personal por las atenciones). Nos quedamos allí, llamamos al Vicepresidente y al Canciller para saber qué hacer y realizar trámites. Después de unos minutos, el piloto nos informa que de la torre le comunicaron que tampoco teníamos autorización de paso por Italia, Portugal, y después apareció el embajador de España en Austria (Alberto Carnero) y nos dice que si queríamos autorización para aterrizar en Las Palmas, deben revisar el avión presidencial. Nos ha sorprendido, es decir, no había paso ni por España ni por Francia ni por Italia ni Portugal. Nuestro piloto dijo que “se agravó (la situación), no tenemos salida”.
Aprovecho la oportunidad para agradecer las llamadas de emergencia de los presidentes Maduro, Correa, compañera Cristina, que me enseñaba la parte jurídica, nos explicaba cómo podíamos retirarnos con tantas llamadas (dos o tres), y también al hermano Correa, he anotado las llamadas, cuatro, récord… El hermano Maduro, dos o tres llamadas también. Hubo muchas llamadas de seguridad y preocupación por cómo resolver el problema.
Quiero decirles que nunca faltamos a la verdad; a veces somos tergiversados o tal vez podemos equivocarnos, pero desde mi familia y la de la familia de los pueblos indígenas, jamás mentimos.
La posición del embajador de España en Austria fue muy preocupante. Se me acerca y me dice “Presidente, he venido a revisar el avión”, con dos funcionarios de su legación. Yo le dije “¿qué tiene que revisar?”. Le dije que no conozco al señor Edward Snowden. Nos informamos que es un exagente en tránsito.
“Usted no puede entrar en el avión, no conozco a ese señor”. Se levanta, sale y conversa con su vicecanciller, y me dice que había sido acuerdo de cancillerías para controlar; yo no supe de mi Canciller sobre el control. Yo dije “si a mí, al Presidente, no le cree, entonces el embajador me está tratando de mentiroso. Yo no soy mentiroso”.
Otra vez se retira y conversa con su vicecanciller. “Tenemos que controlar si quiere salir”. Además de eso, por más que nos hubieran dado permiso para que salgamos, no había permiso para pasar por Italia. Portugal y Francia, hasta ese momento. Otra vez vuelve y me dice “por qué no nos invita un cafecito en el avión y así podemos revisar el avión”. Yo le dije: “Embajador, yo no soy ningún delincuente para que usted controle el avión. Usted, cuando insiste, me está tratando de mentiroso y de delincuente”.
Otra vez se retira y me pide que converse con su vicecanciller. “Yo no tengo nada que hablar con su vicecanciller; si quieren hablar conmigo, que se comunique su Presidente y no su vicecanciller. Tenemos derecho, somos autoridades”.
Finalmente, después de tres intentos, me dijo textualmente: “No podemos autorizar su vuelo, a las nueve de la mañana del día siguiente vamos a informarle después de conversar con nuestros amigos”. Yo le pregunté quiénes eran sus amigos, si son sus amigos europeos quienes nos bloquearon. No dijo nada y se retiró y tuvimos que esperar hasta las diez de la mañana del día 3 de julio.
Eso informé a quienes nos llamaron. Saludo esa fortaleza que me dieron los presidentes. Me dijeron: “Evo, no tienen por qué controlar el avión”. Con ese apoyo, (me dije) que nadie va a entrar en el avión.
Lamento mucho que hayamos sido detenidos por más de 13 horas en el aeropuerto de Austria. Saludo a los embajadores del Alba (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América), que me acompañaron toda la madrugada hasta que salimos.
También se presentó temprano el Presidente de Austria, preocupado, y me acompañó hasta el momento en que volvió el embajador de España. Y retornó entre las 09.00 y 10.00, hora europea, para decirme “puede retirarse en cualquier momento, tiene autorización”. Según información de la tripulación, faltaba la orden de vuelo; hemos esperado media hora para salir.
Hubo buen acompañamiento de parte del Presidente de Austria. Si es agresión o provocación, no es a Evo, sino a los movimientos sociales, al movimiento indígena originario.

El valor de la indignación


Rubén D. Atahuichi López

Ya es por demás conocido el incidente que sufrió la comitiva del presidente Evo Morales durante su retorno de Rusia, el 2 de julio. Más allá del impasse diplomático que generó el bloqueo del que fue objeto el avión presidencial por parte de los gobiernos de Portugal, Francia, Italia y España, amerita indignarse por el hecho. Una vez más.
No había ocurrido antes una situación similar, con un Jefe de Estado impedido de continuar viaje y sin cargo judicial alguno, agresión que sólo esos países, Estados Unidos y, miserablemente, muchos opositores en Bolivia no quieren reconocerlo así. El mandatario había sido retenido por 13 horas en Austria —gracias a la colaboración del gobierno de ese país— con la sospecha de que la nave transportaba al contratista de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) Edward Snowden, por el que Washington pretender hacer lo imposible.
Hasta cuando escribía esto, el caso no estaba aclarado, aunque España y Francia habían expresado sus excusas ante el Gobierno de Bolivia. En otras palabras, se disculparon, como parece que sucederá también con Portugal e Italia. Sólo se sabe que el embajador de Estados Unidos en Austria, William Eacho, fue quien divulgó la falsa información de que Snowden iba en el Dassault Falcon 900, el avión presidencial. Lo demás es paranoia o estupidez.
Aunque el Gobierno y el Movimiento Al Socialismo (MAS) están buscando capitalizar la agresión a través de una campaña de victimización de Morales, el caso debería afectarnos a todos los bolivianos y latinoamericanos, aunque decirlo parezca demagógico.
No es posible pensar que el hecho, como destilan en las redes algunos políticos de oposición y detractores del Presidente, haya sido una tramoya o una consecuencia de la “boca rápida” del Mandatario, como, por ejemplo, afirmó el exdiputado Arturo Murillo. Para entonces, el día del impasse, Morales había dicho que iba a analizar una eventual solicitud de asilo de parte de Snowden.
Tampoco es posible comparar a Snowden con el senador Roger Pinto, asilado en la Embajada de Brasil en La Paz presuntamente por “persecución política”. Si bien el asilo es un derecho humano fundamental e inviolable, que yo sepa, el legislador pretende eludir con ese argumento al menos cinco procesos judiciales, uno de los cuales con sentencia.
Es decir, Pinto tiene derecho al asilo, como también obligaciones con la Justicia del país, en la que debería demostrar su inocencia, como hace, por ejemplo, Samuel Doria Medina, o lo hicieron Carlos Mesa, Jorge Quiroga o René Joaquino, que en su momento se declararon perseguidos políticos pero decidieron quedarse en el país. Bien por ellos.
Entonces, lo que quiero decir es que, si así lo admiten, esa indignación debería ser pura y simple, sin matices. Ahí radica el valor de la indignación, en asumir que la agresión a un prójimo o a un connacional, sin importar su color o su línea política, también nos toca.
Pero qué mal dice de muchos no hacerlo con sensatez. Sin embargo, la historia lo dirá si sirvió o no en este caso estar a contracorriente de Mesa o Quiroga, Ban Ki-moon, Mario Vargas Llosa, José Miguel Insulza, Adolfo Pérez Esquivel, Heinz Fischer, Cristina Fernández, José Mujica, Nicolás Maduro, Dilma Rousseff , Rafael Correa, los gobiernos de Chile, Colombia, Perú, la OEA…
Yo me indignaría también por si maltraten al peor de mis detractores. Es el valor de la indignación.