Este Evo Morales no sabe de cumplir sus
compromisos, ha dejado calato a uno de sus entrevistadores (por lo menos
hasta la noche del viernes). Dejó a Ismael Cala, periodista de CNN,
como novia en el altar, sin entrevista, que después de lloriquear toda
la noche del jueves, y por varios canales de televisión, respira hondo y
luce su orgullo: al cabo que ni quería entrevistarlo.
No es la primera vez que el hombre hace eso. Lo han sufrido varios
colegas, ene veces. Una vez, cuando aquél, el Evo, era todavía diputado,
rompió abruptamente la charla y me dijo: “Compañero, si me va a cortar,
terminamos aquí la entrevista”. Este pinche periodista (o sea, yo)
masculló el error de hacerle la pregunta difícil al impensable
presidente de años despúes.
Otra vez, ya cuando
Morales era el Jefazo, como diría Martín Sivak, me hizo madrugar dos
veces a las cinco de la mañana para entrevistarlo en el Palacio de
Gobierno. La primera ocasión logré ingresar en la sala del gabinete, con
ministros de testigo y entre ellos los bullangueros Pablo Groux, Nardi
Suxo y Roberto Aguilar. Nada, me canceló la entrevista arguyendo su casi
siempre moquillo. La segunda vez, “por su agenda apretada”.
Pero la ministra Amanda Dávila se encargó de reparar el desplante en
una tercera ocasión y una cuarta de yapa, hace poco. No recuerdo que el
desaire en contra de este pinche periodista haya causado tanto furor
entre los colegas. ¡Cala es Cala, y de CNN!, dirán con tanto aprecio a
lo ajeno.
Si Evo supiera que este mismo Cala salió
trasquilado de una entrevista que le hizo al periodista uruguayo Víctor
Hugo Morales, al que saliéndose de los estribos le dijo “autoritario”,
quizás otra era la historia. Pero el tal Cala logró siquiera
preconfirmar su charla con el Morales presidente (y el viernes se decía
que al final iba a haber esa entrevista).
Hasta por
lo menos la hora en que Cala denunció que Evo no lo recibiría, nadie
decía nada de él más que repetir su mensaje de autoestima profesional en
las redes sociales. Después, Cala fue el tal, con un orgullo que ni lo
cuento... “En mi carrera, nunca volveré a gestionar una entrevista con
el presidente Evo Morales”, repitió. Ahí está, pues, igualito tuvo que
hacerlo el viernes. Indignaos, Morales ha desairado a un colega venido
de lejos, con poco oxígeno.
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