lunes, 16 de septiembre de 2013

Tampoco, ¿eh? Un 11-S a la boliviana en La Paz

Rubén D. Atahuichi López / La Paz
15 de septiembre de 2013
 
Un par de vecinos, con una enorme bolsa de yogures y jugos escolares se acerca a un grupo de “vecinos” en la Costanera, más abajito del cruce de Següencoma. Quien recibe a la misión de Logística, Alimentación y Traslado Obrajes-Bella Vista de Promontorios del Gran Paro Cívico y Apolítico de la Vecindad Paceña y Ramas Anexas contra los Resultados del Censo 2012 y por la Compensación Presupuestaria para La Paz es el “coordinador”, un funcionario municipal, según nos cuenta casi de pasada uno de los cobloqueadores de la zona.
No sé si por los refrescos, necesarios en una mañana de casi 14°C en la ciudad, o por nuestra casual presencia en el lugar, el mitin ensaya un envalentonado y estridente ¡Viva La Paz, muera el censo, abajo el Gobierno! La cosa es que todos, una veintena de ciudadanos cabreados por los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), se arremolinan sobre la pareja y extienden la mano por la ración líquida que les corresponde.
Sinceramente, en esta inofensiva y sublime protesta (esto es literal) no hallo ningún rasgo desestabilizador ni afán terrorista ni mucho menos golpista para recordar viejos y dolorosos onces de septiembre, como nos lo recuerda esta mañana el ministro de Gobierno, Carlos Romero.
Aquellos onces de septiembre (ahora acorde a los tiempos decimos 11-S) fueron fatídicos: 1973, la muerte de Salvador Allende como consecuencia del golpe de Estado de Augusto Pinochet en Chile; 2001, el ataque terrorista a las Torres Gemelas y el Pentágono en Estados Unidos, y 2008, la masacre de Porvenir, en Pando, como el corolario de una seguidilla de tomas de instituciones por parte de grupos políticos conservadores en el oriente del país y otras ciudades.  Como verán, nada comparable con la remembranza del ministro a propósito del paro “cínico”, como llaman ciertos masistas.
Ay, Carlitos, tan sensato y prudente te conocemos, incapaz de un desliz fenomenal ante los ojos de la realidad. Si a ese 11-S le anotaste el paro del 11, este 11 de septiembre será también recordado como aquel 11 en que tus analogías y descripciones históricas tropezaron con la falaz comparación. De todos modos, servirá para recordar una fecha en la que los paceños nos cuestionamos por qué somos menos de lo que parecemos.

Artículo publicado en La Razón

Frente Amplio, otro intento de UN

Parte-Contraparte

Rubén D. Atahuichi López
10 de septiembre de 2013
 
Samuel Doria Medina y Unidad Nacional (UN) acaban de consumar un nuevo intento por conformar un frente político (amplio, dicen) con miras a las elecciones generales de 2014, inicialmente, y las subnacionales de 2015. Se trata de un acuerdo cuya base es la experiencia que tuvo en las elecciones municipales de Sucre y departamentales en Beni, aunque los matices han variado un poco.
Basado en la experiencia de la Mesa de Unidad Democrática de Venezuela, de tendencia conservadora y posición recalcitrante ante los gobiernos del extinto Hugo Chávez y, ahora, de Nicolás Maduro, el dirigente de UN nunca cejó en la posibilidad de juntar a todos los partidos opositores al Movimiento Al Socialismo (MAS) en su afán de disputarle respaldo popular. De hecho, sin esa experiencia importada, Doria Medina debe ser uno de los políticos más persistentes del país, a juzgar por sus participaciones y derrotas electorales.
Lo destacable de esta iniciativa, para empezar, es la pluralidad con la que nace, con cuadros como la exguerrillera del Ejército de Liberación Nacional (ELN) Loyola Guzmán (fue constituyente del MAS y acompañó al Che Guevara), el senador de Convergencia Nacional (CN) Germán Antelo o la otrora analista política y precandidata Jimena Costa. Si bien en apariencia puede alimentarse de contenido ideológico, por lo menos en el caso de la expresidenta de la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y Mártires por la Liberación Nacional (Asofamd), la convergencia de ideas se presenta muy dispersa y contradictoria en esencia, paradójicamente.
Es un intento al final, considerando que no hay cabezas más visibles en el incipiente pacto, que puedan traer consigo amplio respaldo electoral. Como saben los lectores, Doria Medina se desgañitó en tratar de conformar un frente similar en 2009, cuando tuvo que ser candidato por cuenta propia ante la negativa de quienes quiso en su afán, y recientemente, cuando invitó abiertamente a su propuesta a Rubén Costas, líder del naciente Movimiento Demócrata Social (MDS), y a Juan del Granado, jefe del Movimiento Sin Miedo (MSM), que también rechazaron la iniciativa.
Claro, el dirigente y empresario insistió ayer en su idea de convencer a estos dos últimos a sumarse a su proyecto, en una fase preelectoral que, en su criterio, pueda convertirse “en una avalancha de adhesiones”, mientras el Gobernador de Santa Cruz se apresta a firmar la fundación de su partido y el otrora alcalde de La Paz, a liderar un congreso en el que su organización política confirmará su candidatura y trazará las líneas de su participación en los comicios de 2014.
¿Hasta qué punto será capaz UN de lograr esa unidad que ansía? La respuesta no es complicada, tomando en cuenta que, en la experiencia reciente, no hubo posibilidad de que los otros líderes políticos cedan su candidatura a otro. UN acaba de romper ruidosamente su alianza con el MSM en el Gobierno Municipal de La Paz, muestra de que en estos tiempos no es suficiente un acuerdo programático (y político). Si así fue la cosa, es poco probable ver juntos en una misma bolsa a Doria Medina, Del Granado y Costas, que, en honor a la verdad, son políticos con fuerzas populares muy particulares y escasas por sí solas para hacerle frente al MAS y a Evo Morales, su seguro candidato presidencial del año que viene.
Además, la suma de alianzas con movimientos pequeños no garantiza su éxito. Así, el llamado Frente Amplio se pinta a un nuevo intento más de UN y Doria Medina.

Columna publicada en La Razón

Loyola Guzmán: No he borrado mi pasado ni me estoy vendiendo a nadie

La exmilitante del Ejército de Liberación Nacional (ELN) ha sorprendido al círculo político con su vinculación a Samuel Doria Medina para la construcción de un Frente Amplio.



Rubén D. Atahuichi López / La Paz
15 de septiembre de 2013
 
Es una mujer de armas tomar, por algo estuvo en las Juventudes Comunistas en los 60, en la guerrilla de Ernesto Che Guevara, encarcelada y exiliada... Fue víctima de las dictaduras, líder de las familias de los muertos y desaparecidos en los regímenes de facto y miembro de la Asamblea Constituyente. De vuelta en las lides políticas, esta vez Loyola Guzmán es centro de atención pública debido a su vinculación con Samuel Doria Medina y otros dirigentes en la construcción del llamado Frente Amplio.
Muy abordada por los medios de información en estos días, la esperamos en su casa de Sopocachi el jueves. Repasa su vida en Animal Político y sus recuerdos de haber sido correligionaria del Che, en 1967.
— ¿Cómo conoció al Che?
— Yo lo vi en enero de 1967, en la zona de Ñancahuazú.
— ¿Qué impresión tuvo en el primer momento?
— Lo conocíamos por su participación en Cuba. Se decía que estaba preso, que estaba asesinado... Pero su presencia para mí fue de reafirmación de nuestra decisión de seguir nuestra lucha armada. Confiamos en él y lo seguimos; tenía una experiencia victoriosa en ese momento político que vivíamos en Bolivia y el mundo.
— ¿Habría cambiado el rumbo de la guerrilla si el Partido Comunista la respaldada?
— Fue muy poco tiempo para dar una respuesta, que puede dar lugar a malas interpretaciones. Pienso que sí hizo falta más tiempo de preparación para la red urbana, que estaba en pañales, y el apoyo que necesitaba.
— ¿Qué le dijo el Che para convencerla de su incursión en la guerrilla?
— Él planteaba que había que construir una sociedad diferente; que el camino no eran las elecciones, sino la lucha armada, las guerrillas, la experiencia de Cuba. Nosotros (los compañeros de la juventud comunista, Jorge Vásquez, Moisés Guevara) estábamos convencidos de que ése era el camino. Había las condiciones y la dirección del compañero Guevara era la correcta y la apropiada.
— Se estimaba que iba a durar años, como decía el Che.
— Sí, se dieron otras circunstancias y terminó en octubre de 1967.
— ¿Por qué terminó?
— La ejecución del compañero Guevara, prácticamente la aniquilación de todos los de la columna.
— Por la falta de respaldo político local también.
— Sí, fue muy poco tiempo. Si tomamos el ejemplo de otros grupos guerrilleros, de la misma Cuba, es un proceso que no es tan rápido, que tenía otras condiciones de apoyo. Creo que fundamentalmente fue eso.
— Cuando murió el Che, usted estaba encarcelada.
— Sí, en la cárcel de mujeres de Obrajes.
— ¿Cómo se enteró del suceso?
— Una señora que estaba detenida en la cárcel por otras razones logró hacerme llegar un ejemplar de Presencia, y vi la foto tan famosa de la lavandería en el hospital de Vallegrande. Sí, efectivamente era él.
— ¿Qué impresión le causó?
— Naturalmente, un gran dolor. Era una gran pérdida y la sensación de que se había terminado en ese momento, y que tal vez debía haber hecho algo más para evitar eso.
— Con la frustración de haber sido pillada o apresada.
— Sí, sí.


— Entre las utopías, ¿ alguna vez pensó encontrarse de frente con el Che y contarle la realidad que está viviendo el país?
— No, yo no sabía que el Che estaba en Bolivia; era un grupo muy reducido el que sabía. Yo me enteré cuando estuve allí. No es que el Che vino y nos dijo “vamos a hacer la guerrilla”, y nos pegamos como rebaños. No, fue el resultado de una reflexión, de una toma de conciencia, de la necesidad de la lucha armada. Y justo la fuerza del Comandante y su presencia reforzó eso, y se decidió que se iniciara esa lucha armada.
— Imagine que tiene al frente al Che. ¿Qué le contaría del país?
— Yo tengo esta posición: quiero respeto; su pensamiento ha influido mucho en mí. Yo lo leo a él mismo, no a sus intérpretes. Creo que no es correcto decir qué estaría haciendo el Che ahora, sí podemos tal vez utilizar algunos pensamientos, algunas propuestas que él tenía para decir cómo aplicaríamos esto ahí.
— ¿Por el contexto de entonces con relación al de ahora?
— No era un hombre mecánico, dogmático; era crítico. Es incorrecto decir “el Che estaría fusilándome”. No sé por qué dicen en las redes de opinión que si el Che estaría vivo me fusilaría. Prefiero no hacer hablar a los compañeros que no están con vida; su pensamiento y su ejemplo siguen vivos. Los respetaremos, lo mismo digo de Marcelo Quiroga Santa Cruz.
— Imaginar es complicado, lo cierto es que hay también desazón en simpatizantes de Loyola, que ahora transita…
— A la extrema derecha… (sonríe).
— Quizás. O con gente vinculada a otros procesos no siempre favorables para el país.
— Lamentablemente, en la historia no hay una renovación de las dirigencias políticas. Hay varias razones: muchos compañeros formados y líderes, que pudieron aportar, fueron asesinados o desaparecidos. Es toda una generación, como la dirección del MIR, que podría estar aportando en la construcción de este proceso,  como la gente del ELN.
No creo que sea indiferente la actual generación, yo no comparto eso. Les importa el país de diferente manera. Hay ausencia de partidos, que se han desacreditado, aunque sigo creyendo que éstos deben organizarse, adoptar ideología o plantear propuestas concretas. Eso es lo que está fallando.
Si uno estaba interesado en cambiar este mundo, no es correcto que luego de empujar a alguien, se quede en casa. Si uno está de acuerdo con lo que pasa, con el gobierno del MAS, lo lógico es que dé la cara. Hay muchos críticos del Gobierno que se quedan callados, tampoco construyen otra alternativa que supere los errores y las fallas.
Primero, el que no hace nada, no se equivoca. Segundo, el que no hace nada es cómplice de lo bueno o lo malo, en este caso por omisión. Hay que comenzar a hacer el ejercicio de la democracia; el peso de las dictaduras y otras formas medio autoritarias de la labor sindical o partidaria han hecho que no ejerzamos realmente democracia.
En este país hay una gran diversidad. Quizás tengamos un punto común, pero somos católicos, ateos… Hay que empezar a construir. Yo no he borrado mi pasado, ni reniego de mi pasado, sigo creyendo que hay que construir una sociedad diferente, y para eso hay que encontrar otros caminos…
No me estoy vendiendo a nadie, como dijeron algunos que reaccionaron indignados. Algunos dijeron que me he desenmascarado y que también tengo precio; yo no tengo precio y hay que respetar a la gente.
— ¿Por qué Doria Medina y no Juan del Granado?
— Los grupos que trabajaron en La Paz, Cochabamba y Sucre discutieron e invitaron a Juan del Granado para hacer estos planteamientos. Samuel aceptó y el compañero Juan no aceptó; no se puede obligar a la gente, cada uno tiene su propio proyecto y es absolutamente legítimo y respetable.
No presentamos el frente, ni los principios ni el tipo de sociedad capitalista o una socialdemocracia. Estamos construyendo y no es que no tengamos nada, hay propuestas que planteamos en la presentación de la conformación del frente, con visión de país, un programa, la forma de organizarse de manera colegiada o hasta dónde vamos a ir con las alianzas. Eso tiene que definirse, y no es una junt’ucha contra Evo Morales, sabemos que él sigue teniendo gran convocatoria, baja y sube.
No se trata de ir contra él. Por eso no presentamos un programa que es fácil de hacerlo (unos consultores pueden hacerlo), sino que lo estamos construyendo y así presentarlo hasta fin de año, con un acto de fundación.
— ¿Tiene alguna afinidad con Doria Medina?
— Doria Medina ha manifestado su apego a la democracia, está dispuesto a discutir en igualdad de condiciones como uno más sobre la conformación de este frente y dice que es precandidato. Nosotros no estamos yendo a apoyar la candidatura de Doria Medina. El país dirá si sirve o no el frente, si es débil o no, o es una junt’ucha.
— Se podría pensar que Loyola, por su precedente político, apoyará a Del Granado.
— Eso hubiera significado inscribirme a su partido. No creo que ése sea el camino, en este momento es necesario que haya una unidad y alianzas que planteen algo sólido no solamente para las elecciones de 2014, sino a largo plazo. Este país no va a terminar en 2014.
— Si Doria Medina le invita a una candidatura…
— El criterio de la mayoría de quienes impulsamos este proyecto es, primero, concentrarnos en lo principal: el programa, las políticas, la visión de país o qué pensamos de la Constitución, del extractivismo, del respeto a los territorios indígenas o del respeto de la madre naturaleza.
— ¿Qué esperan hasta fin de año? ¿Que el MSM se sume, como Costas, y hacer realmente un frente amplio?
— Primero hay que hacer la propuesta. Claro que nos hubiera gustado hacerla en forma conjunta. Respetamos su posición, pero si en el camino hay que hacerla, no la descartamos.
— ¿No cree que está siendo funcional a Doria Medina?
— No, no creo. No fui funcional al MAS; si no hubiera sido librepensante, como dice el vicepresidente (Álvaro García Linera), probablemente pudiera ser ministra o con algún cargo. No es ése mi objetivo.
— ¿Cómo imagina a 2014? Se aproximan las elecciones para una acción política.
— No es un partido ni es meramente electoral, sí se tiene que participar presentando la alternativa, que espero que la tengamos lista.
— Si bien es una convergencia aparentemente plural, tiene que tener un norte ideológico.
— Se va a encontrar, hay puntos básicos, como la democracia, la libertad, la visión de país, que son cosas que lamentablemente no se discutieron en la Asamblea Constituyente. Es posible.
— ¿Cómo caracteriza a Doria Medina?
— Un empresario que invierte en el país, que ha sido militante del MIR, que parecía en el inicio una alternativa para el país. Ha dado su aporte y se plantea como un demócrata. Él sabrá responder sobre las cosas que le indican.
— ¿Evo Morales?
— Yo seguí su carrera sindical, cuando sufrió persecución fui solidaria con él, pero ha cambiado, no está llevando lo que la gente y yo esperábamos; actúa de manera autoritaria. Le ha tocado un momento muy favorable con relación a la economía, pero no es consecuente con lo que dice. El país sigue siendo extractivista y hay una actitud prebendalista.  Asumió una representación indigenista en el mundo y en la práctica no es así.
— ¿Juan del Granado?
— Es un compañero que comenzó en el MIR, tuvo sus discrepancias y formó el MBL; participó como diputado en una alianza y no creo que eso sea algo malo; él participó desde donde creía que podía aportar algo. Trabajó en la Comisión de Derechos Humanos y nos apoyó en el juicio contra Luis García Meza y fue uno de los abogados destacados. Ha sido aliado del MAS casi seis años. Ahora tiene una posición crítica y una propuesta, está eligiendo su propio camino, respetable; habría que hacer el esfuerzo para aunar una propuesta que sea favorable para el país.
— ¿Rubén Costas?
— No lo conozco, nunca he hablado con él. Conozco su labor, pero no hay nada que me una a él. Tiene su partido y ha expresado su interés de ir en ese su propósito.
Perfil
Nombre: Loyola Guzmán Lara
Nació: 29-07-1942, Rea Rea (La Paz)
Ocupación: Ama de casa
CarreraAbandonó en 1967 sus estudios de Literatura en la UMSA. Su vida cambió y desde la guerrilla de 1967 fue activista política contra las dictaduras. En 1972, en el gobierno de facto de Banzer, perdió a su esposo Félix Melgar Antelo, militante como ella en el ELN. Sus padres fueron Vicente Guzmán y Teresa Lara. Tiene un hijo y tres nietos, vive con ellos.

Entrevista publicada en el suplemento Animal Político de La Razón

lunes, 2 de septiembre de 2013

Caen Blas Valencia y su banda (el operativo del blanco correcto)


Rubén D. Atahuichi López
18 de diciembre de 2001
Mientras un policía se embolsilla dulces y cigarrillos, comprados en el kiosco único a lado de la Policía Técnica Judicial (PTJ), otro le cuenta su desazón por no formar parte del operativo, que, según comenta, no será como “las revoluciones” que le tocó vivir.
Lo que dice éste a su camarada es sólo una justificación a la resignación,  sólo estuvo algunas veces en una cacería de monreros en la avenida Buenos Aires y no en algo como el que pretende la detención de personas vinculadas al atraco de la avenida Kantutani, ocurrido el viernes. 



Entiendo que el del operativo va a estar en la misma zona que yo, en Ciudad Satélite de El Alto. La diferencia es que yo voy desarmado, sin chaleco antibalas y al lado del comandante de la Policía, el general Wálter Osinaga, que me cede un espacio en su vehículo Toyota azul, de vidrios ahumados y carrocería blindada. A mi derecha se encuentra el director de Planeamiento y Operaciones de la Policía, el coronel Alfredo Zamora, con quien me siento más seguro aún, considerando que la acción policial busca capear una posible trifulca armada con los delincuentes que segaron la vida de tres personas la semana pasada.
Una lluvia tenue cubre la noche de La Paz en momentos en que una misión difícil se gesta a las 23.30 en las puertas de la PTJ, en la calle Landaeta. Una treintena de policías vestidos de civil y armados de escopetas se esparce hacia distintos puntos del lugar. Toman varios vehículos y van camino a El Alto. Nosotros los seguimos y enseguida el Comandante comienza a hablar de que la travesía es una prueba más fuerte de las que pasó su institución en las últimas 48 horas. Claro, se lamenta también de la “vinagrera” que tiene, es que se comió un plato extraño en la cena que el canciller de Bolivia, Gustavo Fernández, le ofreció a su colega peruano, Diego García Sayán, horas antes.
Entre hablar del Bolívar y del título que le quitó el árbitro Marcelo Ortubé el domingo y que las nuevas generaciones de policías están perdiendo el temple de los antiguos,  cruzamos la avenida 9 de Abril hacia El Alto. Llegamos a un punto cercano “a seis cuadras” del lugar del primer objetivo. Allí, el director nacional de la PTJ, coronel Andrés Sánchez, lideró una estrategia que la compartió con el general Osinaga.
Las recomendaciones iniciales eran que del operativo no se enteren los medios ni los policías de menor rango. Sin embargo, el celular del Comandante no cesaba de sonar, una llamada de un medio televisivo insistía con colarse a la acción policial.
La alerta general se dio a las 00.05. Personal de Inteligencia y del GAI, logísticamente bien dotados, toma a las 00.20 la casa 75 de la avenida Cívica, entre la calle 4 de Villa Tejada Triangular, en El Alto. Realizan las primeras requisas y encuentran al primer sospechoso ya durmiendo; en los cuartos contiguos se hallan cuatro mujeres, entre ellas la empleada, además de su hija de once años. Inmediatamente suenan puertas, vidrios rotos y cajones. Las mujeres quedan aisladas de toda comunicación en la puerta de sus habitaciones y los efectivos de Inteligencia comienzan el interrogatorio a Luis Lulemán Gutiérrez, un tipo gordo y de tez blanca que pisa descalzo el piso de cemento y tiembla bajo un deportivo plomo. Él dice no saber nada del atraco, pero la Policía insiste en que diga algo.
La misma acción se repite con las otras mujeres. La empleada rehúsa hablar, pero la amenaza del encarcelamiento la asusta y comienza a decir que el viernes hizo comida especial para uno de los vinculados del caso, que ese día cumplió años. La hija de ésta, que estaba recostada sobre un colchón en el piso de un cuarto de más o menos cinco por cinco metros, también detalla algunos movimientos en la casa en las últimas horas.
Arriba, en el segundo piso de la propiedad de regular presentación, la Policía halla las primeras evidencias, unos dos fajos de dinero con el sello de Prosegur, la empresa víctima del asalto del viernes. Lulemán es trasladado a golpes a una de las habitaciones, donde el coronel Velarde no deja sopapearle en el afán de conseguir información; otro policía zapatea sobre los pies descalzos del hombre con el mismo fin. Éste no habla, se queja y pide que su familia no sufra como él. Así, cede a una media hora de torturas y ofrece mostrar la casa donde se guarecen sus presuntos compañeros, en Sopocachi.
En la sala se reúnen los jefes policiales, a los que se suma el director de Inteligencia, coronel Luciano Velasco. Se muestran contentos mientras comentan conmigo los resultados de su labor. Enseguida surge la idea de buscar a los otros hombres del asalto.
Camino a Sopocachi, por la misma ruta de subida, el coronel Zamora reflexiona sobre la tarea de sus camaradas y dice sentirse contento, que el operativo comienza a dar sus frutos, mientras al Comandante le dan ganas de hablar con el presidente Jorge Quiroga Ramírez, a quien quiere comentarle que el operativo va viento en popa. Guarda prudencia y dice que primero termine el plan.
En otros vehículos nos siguen el fiscal adscrito a la PTJ, René Arzabe, Sánchez, Velarde, Velasco, decenas de oficiales y policías, y el rehén, el hombre que está dispuesto a entrar como “carne de cañón” cuando comience la otra acción.
Ya en Sopocachi, a dos cuadras de la plaza España, Osinaga y Zamora se colocan el chaleco antibalas, no pasa lo mismo conmigo. Otros oficiales y policías van a reconocer los alrededores de una vivienda sospechosa en la calle Presbítero Medina. Una junta de oficiales se improvisa en la plaza. Las anécdotas y los nuevos planes del operativo se mezclan mientras ellos esperan que la misión de reconocimiento termine su tarea. Yo casi no puedo reportarme con la Redacción, el coronel Sánchez me pide discreción con el teléfono celular.
Sigue lloviendo. Tras varios minutos, a las 03.00, Osinaga convoca una reunión en el Comando General, a unas cinco cuadras del lugar del operativo. Pizarrón en sala, el Comandante comienza a preparar una nueva acción. Esto se decide cerca de las 03.30, el objetivo es ingresar en la propiedad fijada.
Tras un orden directa de Osinaga, a las 03.45, el GAI toma equivocadamente la casa de la familia Pando. Los policías se ubican en la terraza, en el quinto piso y en la planta baja comienza la intervención. Se oye una ráfaga de fogueo y en el domicilio contiguo, el 2523, un hombre intenta huir lanzándose de una ventana a quince metros de altura. Cae herido sobre una lavandería y deja rastros de sangre en su afán de esconderse. Es hallado, “forrado” de dinero, en un almacén de los Pando.
El operativo tiene frutos continuos con otros detenidos en la casa 2523. Allí se halla otra cantidad de dinero, con las mismas evidencias de El Alto. Uno a uno surgen más datos acerca de los otros miembros de la banda. Uno de los detenidos se encarga de informar a la Policía que el “capo” del grupo es el coronel en servicio activo Blas Valencia, a quien lo hallan minutos después en su vivienda del pasaje Las Rosas, en la calle Bustillos, cerca a la Jaimes Freyre. Junto a él son detenidos su esposa, su hijo y el peruano herido. Un arsenal y otras bolsas de dinero, además de joyas presuntamente de la joyería Nefertiti, asaltada el 18 de marzo, forman parte del cuadro.
Los operativos siguen como la caída de naipes. En Alto Sopocachi, donde son detenidos tres peruanos. Y en Irpavi, una funcionaria del Ministerio de Gobierno, Patricia Gallardo, sufre la misma situación. En la vivienda de ésta también se halla dinero y otras pruebas.
La acción policial termina cerca de las 08.30. Sin embargo, se dice que las investigaciones continuarán.

Este texto fue publicado en el diario La Prensa de La Paz

Roberto Suárez, el protegido de la dictadura y de la democracia incipiente

'El Rey de la Cocaína. Mi vida con Roberto Suárez Gómez y el nacimiento del primer narco Estado’ es uno de los libros más vendidos en Colombia. En el texto, su viuda cuenta detalles sobre el negocio del narcotráfico y los vínculos con el poder de su antiguo compañero.




Rubén D. Atahuichi López
24 de marzo de 2013
 
Cuando en octubre de 1979 asistió en La Paz junto a su esposo a una cena en el Círculo de Oficiales del Ejército (COE), Ayda Levy no imaginó que aquella vez fuera el principio del fin. El empresario Roberto Suárez había comenzado peligrosamente a codearse con el poder político. Esa noche, la pareja fue la invitada del coronel Alberto Natusch Busch, el célebre golpista de Todos Santos...
Cuenta ella en su libro El rey de la cocaína. Mi vida con Roberto Suárez Gómez y el nacimiento del primer narco Estado, publicado en diciembre de 2012 (Debate), que en la comida alguien desconocido se sentó al lado suyo. Era Klaus Altmann (así lo cita a Klaus Barbie), con quien departió comentarios, como todos en la sala, sobre la grave situación que entonces vivía el país, presidido por Wálter Guevara.
Nacido en Bad Godesberg (Alemania) el 25 de octubre de 1913 y fallecido en Lyon (Francia) el 23 de septiembre de 1991, el hombre se convirtió en poco tiempo en el nexo de Suárez con los círculos del poder, hasta cuando éstos se cansaron de protegerlo o tratar con él. Oficial nazi, de la SS y la Gestapo, aquél llegó a Bolivia a finales de 1955, entonces buscado por crímenes de guerra.
Al terminar de leer el libro, la primera curiosidad que surge es saber de dónde Levy cuenta tantos detalles sobre las andanzas del “Rey de la Cocaína”, del que dice que muchas veces no sabía en qué menesteres estaba metido. Uno supone que rescató los escritos del texto de 500 páginas no publicado (Tesis coca-cocaína) con el que el susodicho fue enterrado en Cochabamba, en julio de 2000. Contactado con Levy a través de un mensaje directo en el Twitter (@LevyAyda), ella sólo atina a decir “me alegra que le gustara el libro”.
Muy develador, a pesar de su versión, el libro recorre en el presente breves saltos al pasado de los protagonistas y las circunstancias, además de oportunas notas de diarios influyentes del mundo, con detalles que incluso explicarían, por ejemplo, por qué Suárez no pudo ser detenido en mucho tiempo siendo entonces el hombre más buscado del país. Es que tenía fuertes vínculos con los gobiernos, de aquí y de allá, hasta negocios con el temido Cártel de Medellín, comandado esa vez por Pablo Escobar. Era el socio ilícito de varios presidentes del pasado.
Roberto, el menor de los cuatro hijos de Nicómedes Suárez Franco y Blanca Gómez Roca, había nacido el 8 de enero de 1932 en Santa Ana de Yacuma, Beni. Su padre “rey del ganado” y él “rey de la cocaína” luego de haber sido un próspero empresario, eran herederos de la estirpe del “rey de la goma”, Nicolás Suárez Callaú.
Durante siete meses antes del golpe de Luis García Meza (17 de julio de 1980), éste y Luis Arce Gómez, en la tarea logística; Altmann, en la operativa; y Suárez y otros empresarios cruceños, en la responsabilidad financiera, habían planificado la asonada, para evitar que Hernán Siles Zuazo asumiera la presidencia de la República, entonces a cargo de Lydia Gueiler Tejada. “Para alejarme de la incómoda situación en que de manera incomprensible nos había colocado Roberto, al aceptar colaborar con la flamante narcodictadura, decidí acompañar a mi hija (Heydi, Miss Bolivia), a las Filipinas”, cuenta Levy.
Narco Estado. En medio de su cumpleaños de ese año, el empresario ganadero y exportador de palmitos (¿esto lo sabíamos?) se separó de sus invitados del hotel Los Tajibos de Santa Cruz para reunirse con Altmann (éste le había regalado un pastor alemán de nombre Lobo). Al volver, el hombre se disculpó y alegó que había discutido con el alemán “asuntos de Estado”, comentario que causó risas en la sala. “Me contó que había recibido una invitación de parte de su primo, el coronel Luis Arce Gómez, para reunirse con él y el general Luis García Meza en La Paz en el curso de los próximos días”, recuerda la viuda.
Una semana después, Suárez viajó a la cita con el Alto Mando Militar y los líderes de los “partidos de centro y de derecha”. El operativo requería “nada menos que la friolera de cinco millones de dólares americanos”. “Para garantizar el éxito del sedicioso plan, Roberto estaba dispuesto a pagar cualquier precio”. Había nacido “el primer narco Estado”, como lo describe en el título de la obra Levy.
En un artículo que publicó el 1 de noviembre de 1998 El Nuevo Herald, que citaba a un libro escrito por Suárez desde la cárcel, el diario informó que García Meza y Arce Gómez fueron quienes pidieron al narcotraficante que propusiera “un plan a base de la producción y venta de cocaína para financiar programas estatales”. Yo fui “inducido a traficar cocaína no solamente por el gobierno de García Meza, sino por la Drug Enforcement Administration (DEA) y por la Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos”, admite el hombre, según citaba el periódico estadounidense.
En ese tiempo surgió “La Corporación”, llamada así el negocio de Suárez por la red de protección y silencio que había logrado de parte de autoridades del Gobierno, jefes militares, jueces, fiscales y hasta monjas y curas en todo el país, que sagradamente recibían un bono. Estados Unidos consideraba al emporio de Suárez como la “General Motors de la cocaína”, debido a su influyente y fuerte economía.
Afirma el libro que la alianza Suárez-García Meza-Arce Gómez sufrió fisuras por la “traición” de estos últimos. A través de Altmann y por presión del “omnipotente Departamento de Estado”, el dictador le comunicó que el Gobierno iba a publicar la lista de la DEA. Él era el primero de la lista, seguido por su hijo Roby...
Pero los tentáculos del Rey de la Cocaína trascendieron también al gobierno de Hernán Siles Zuazo, que asumió el 10 de octubre de 1982. El Presidente nombró a Rafael Otazo como jefe de la lucha antidroga y la primera misión de éste era “concertar una reunión con Roberto lo antes posible”. Logrado el contacto, el funcionario fue trasladado vendados los ojos en avión de El Alto hacia una hacienda en el Beni, donde lo esperaba Suárez, entonces buscado por la DEA.
“Como había ocurrido en anteriores oportunidades, esta vez (Roberto) tampoco negó su contribución económica al Estado. Sin pensarlo dos veces, se comprometió a hacerle llegar al Tesoro General de la Nación una suma mínima de diez millones de dólares mensuales”, narra Levy.
“Desafortunadamente, los índices inflacionarios estaban fuera de control. Los más de 150 millones de dólares no reembolsables, erogados por Roberto durante los 12 meses siguientes, no sirvieron más que para equilibrar una pequeña parte de la balanza fiscal y paliar de forma mínima el hambre del pueblo”.
No agresion. En 1962, en el segundo periodo de Víctor Paz Estenssoro, el líder histórico del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), “mi esposo fue elegido subprefecto de la provincia Yacuma”, cuenta la mujer. El hermano de aquél, Hugo, también fue colaborador del mandatario, como ministro de Agricultura.
Más de 20 años después, en agosto de 1985, cuando Paz Estenssoro asumió por cuarta vez el poder, la “antigua y estrecha relación de amistad” continuaba intacta, aunque se interponía la actividad ilícita de Suárez. Levy sintió entonces mayor preocupación sobre el Rey, hasta que —tras la muerte de uno de los socios de éste, el colombiano César Cano, el 11 de agosto— Roberto precipitó la decisión de abandonar el negocio y sus vínculos políticos.
A través de sus hermanos buscó “un pacto de no agresión” con el Gobierno. Mientras esperaba en Medellín los resultados, su hijo Roby le comunicó la buena nueva: “La única condición que puso el Presidente para no molestarlo es que no vuelva ni siquiera a mirar un gramo de cocaína. (...) Dicen (mis tíos) que también les ha pedido que no aparezca en la prensa por un buen tiempo”.Trato hecho para Suárez. “Decile a tus tíos que le aseguren al doctor Paz Estenssoro que no se arrepentirá (...)”, respondió el papá.
Antes, en la campaña electoral, ya había tenido “reuniones” con acólitos de Hugo Banzer Suárez. El famoso “narcovideo” (que nunca se esclareció en el Congreso Nacional) develó la trama, en la que se vio a dirigentes de Acción Democrática Nacionalista (ADN), Alfredo Arce Carpio y Mario Vargas Salinas, reunidos con Suárez. Levy ratifica la versión: “En honor a la verdad, debo confesar que ésa no fue la primera ni la última reunión que mi marido mantuvo durante su vida, antes y después de su paso por el narcotráfico, con presidentes, ministros, congresistas y candidatos de todos los partidos políticos, comandantes militares y policías”.
Aunque no precisa cuánto, otro libro se encarga de detallar el monto. “El Rey de la Coca reconoció haber contribuido con 200 mil dólares a la campaña electoral de Banzer”, señala Martín Sivak en su libro El dictador elegido, biografía no autorizada de Hugo Banzer Suárez (2001).
Durante su gobierno (1989-1993), Jaime Paz Zamora acuñó el eslogan “Coca no es cocaína” y hasta llevaba en la solapa de su traje una hojita de coca a los foros internacionales. Encarcelado Suárez en ese tiempo, la administración del Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR) negó a los hijos que aquél fuera atendido en una clínica privada, ante un infarto que había sufrido. Fue “por temor a que el Rey hablara con la prensa”, recuerda la viuda.
Aunque el gobierno de Paz Estenssoro se atribuyó la detención de Suárez, en 1988, Levy dice que éste se entregó. Previo compromiso con las autoridades la noche anterior, a las que les dio las “coordenadas”, el 20 de julio, soldados de la Unidad Móvil de Patrullaje Rural (Umopar) lo alcanzaron en El Sujo (Beni), donde los esperaba con chocolate caliente. Retirado tras años antes de la actividad, había decidido entregarse, cansado de pasar en uno y otro lado por evadir a las autoridades y la DEA. Estuvo tres años y medio recluido en la cárcel de San Pedro de La Paz.
En su tiempo logró producir 1.000 kilos diarios de cocaína en varios de sus laboratorios. Se dice que el negocio le permitió a Suárez acumular 3.000 millones de dólares. Levy afirma que su esposo pudo ser un gran político si es que no se metía en las redes del narcotráfico. “Quiso, y en gran manera, ayudar a los pobres y desamparados del país, usando los recursos que genera la hoja sagrada de los incas: la coca”.

Yo fui el Rey, extracto de un libro de su autobiografía
¿Por qué extrañarnos de que, si alguien se ve mezclado en el turbio mundo de las drogas, se tenga por sentado que lo único que busca es fortuna o poder? ¿Por qué parecernos raro que se niegue a priori la posibilidad de incursionar en el narcotráfico en aras de nobles ideales, con la motivación del amor a la patria y a la humanidad? ¿Por qué sorprendernos de que se dé categoría de dogma inconmovible a la idea de ser incongruente que un individuo, que haya alcanzado alto éxito en su vida privada, participe en el tráfico de sustancias prohibidas por devoción a su pueblo y a los pueblos del mundo?
La moral convencional y los intereses subyacentes desdibujan la realidad, mostrándola como una película de Hollywood, donde los buenos son siempre ellos y los irremediablemente malos somos siempre nosotros, los que no somos como ellos. No es sólo una enfermedad del pensamiento o un maniqueísmo sofisticador; es también un mañosa y premeditada distorsión de la verdad. Yo he escrito para confesarme ante mi pueblo y ante el mundo, con la esperanza de que mi experiencia contribuya a formar una nueva conciencia colectiva que ya se advierte venir y que algún día cambiará el planeta. Sé que no es fácil llegar a la comprensión y al sentimiento del pueblo. Un Antonio José de Sucre, un Andrés de Santa Cruz, un Gualberto Villarroel, tuvieron que morir para conseguir su reivindicación histórica. Empero, no me mueve un afán de justificación ni me preocupa restaurar mi imagen mancillada, porque no me interesa cómo aparezco ante los demás. Él será quien evalúe los actos de mi vida...

Carta a Reagan y el pago frustrado de la deuda
Roby, el primogénito de Roberto Suárez y Ayda Levy, fue detenido a principios de 1982 en Italia y luego trasladado a Suiza, donde fue recluido acusado de haber ingresado al país con documentación falsa. Aunque Estados Unidos quiso tenerlo entre sus enjuiciados, por tráfico de drogas del implicado, no pudo lograr su extradición debido a la ausencia de un acuerdo al respecto entre ambos países.
Ante ese extremo, el Parlamento suizo otorgó una y otra vez un plazo para la detención, con el objetivo de buscar una justificación concreta de Estados Unidos para una eventual extradición del boliviano. Como Washington no lograba convencer a Suiza, los plazos eran ampliados de forma continua. La madrugada del 15 de agosto de 1982, un comando de marines irrumpió en la cárcel de Bellinzona y secuestró a Roby, a quien luego trasladaron a Miami, donde le esperaba un juicio por narcotráfico.
La familia Suárez-Levy contrató un bufete de abogados estadounidenses para la defensa, al precio que éstos pidieron. Entretanto, el padre, Roberto Suárez Gómez, se mostró desesperado en el país, desde donde intentó cualquier plan con tal de liberar a su hijo, cuyo caso judicial estaba cifrado con el 80-205-Cr-EPC, en la Corte Federal del Distrito de la Florida.
A través de sus abogados John Spitler y Mitch Bloomberg hizo llegar al entonces presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, una carta para intentar la liberación de su hijo. Dice Levy en el libro, que el mandatario sabía del contenido de la misiva por intermedio de un amigo de ambos. Aquélla, fechada en Camiri el 1 de septiembre de 1982, decía en parte: “Éstas son, señor Presidente, las dos condiciones a cambio de mi entrega voluntaria a las autoridades que usted indique. Ambas son lógicas y justas. La primera obedece a los sentimientos más profundos de un padre; la segunda se funda en que soy un boliviano que ama entrañablemente a su patria, se conduele con su crítica situación y, si mi libertad puede servir para ayudar a que mi pueblo salga de este estado, bienvenida la cárcel o la muerte”.
Incluso, en el final del texto, Suárez propuso pagar sin éxito la deuda externa de Bolivia en caso de que lograra la liberación de su hijo. Entonces, esa deuda alcanzaba a 3.500 millones de dólares. Roby, de 23 años, fue liberado el 19 de noviembre de 1982 por orden del juez Peter Palermo.

Pinto y Saboia se cargan a Patriota

La Razón / Rubén D. Atahuichi López
27 de agosto de 2013
 
Lo que la gente comenta ahora, a pocas horas de la tragedia de Palmasola, es la fuga asistida del senador Róger Pinto a Brasil, 15 meses después de asilarse en la Embajada de Brasil en La Paz. Aunque se trata de un caso muy particular, cobra trascendencia por su incidencia internacional y sus intereses políticos.
En Bolivia, la noticia difundida por el periodista José Pomacusi corrió como reguero de pólvora el sábado. Quienes se congratularon de la salida fueron los líderes y militantes de la oposición al Gobierno, entre ellos el jefe de Unidad Nacional (UN), Samuel Doria Medina; el gobernador de Santa Cruz, Rubén Costas, y el exgobernador del Beni Ernesto Suárez. Uno a uno, aquellos expresaron su alegría por la acción de Pinto, sentenciado en primera instancia por el caso Zofra-Universidad (con una pérdida para el Estado de $us 11 millones), al considerarlo un héroe o un paradigma de la lucha por los derechos humanos y la libertad. “Por fin pudo reunirse con su familia un gran amigo” (Suárez), “operación libertad políticamente exitosa (…) qué bien, Róger: ejemplar” (Doria Medina); y apoyo a Pinto “por su valentía en su lucha por la libertad” (Costas) fueron las frases expresadas en Twitter.
Está bien, no se podía esperar otra cosa, son sus correligionarios en su oposición a la administración de Evo Morales, a la que ahora le reclaman —a manera de justificar el extremo— sobre cómo no pudo otorgar un salvoconducto para encaminar el asilo definitivo del senador de marras. Sin embargo, ¿es posible que uno pueda alegrarse de esa salida irregular de Pinto, pese al resguardo ya conocido de parte del mismo encargado de Negocios de Brasil en La Paz, Eduardo Saboia?
En mi humilde criterio, actuar así es simplemente apología. Congratularse por la salida de Pinto debido a una hipotética absolución sería diferente, homologaría el discurso de injusticia en el caso que maneja la oposición boliviana. Sin embargo, el gobierno de Dilma Rousseff, a juzgar por la renuncia del canciller Antonio Patriota por la causa, pone en evidencia que Brasil, como Estado, no avala la salida irregular del legislador propiciada por Saboia.
Hasta antes de la dimisión del Jefe de Itamaraty, los detractores del gobierno de Morales incluso concluían que la fuga del senador de Pando implicaba una victoria política en su haber. Las cosas han cambiado y la propia presencia de Pinto en Brasil ha sido puesta en cuestión, y pocos creen en el país que el senador sea inocente y que huyó de Bolivia en su condición de “perseguido político”.
A pesar de una sentencia, al menos 14 juicios y cuatro arraigos en contra de Pinto, lo que el Gobierno alegó siempre (lo repitió ayer el canciller David Choquehuanca) es que Brasil omitió la Convención de Caracas al aceptar la solicitud de asilo sin haber considerado previamente esos antecedentes. Al contrario, a Bolivia se le cuestiona de haber incumplido tratados internacionales sobre asilo al no conceder el salvoconducto al legislador. Eso se verá seguramente después.
El caso estaba en statu quo hasta la audacia de Saboia y el influjo de políticos de derecha de Brasil y de Bolivia. Aunque la renuncia de Patriota puede implicar en parte una explicación del suceso que exigió ayer Choquehuanca, lo cierto es que el representante de Brasil en Bolivia y el mismo Pinto se cargaron al jefe de la Cancillería más poderosa de la región, Itamaraty.

miércoles, 21 de agosto de 2013

Chile y el mar, por primera vez ante el juez




Rubén Atahuichi / La Paz
6 de agosto de 2013
 
No había ocurrido antes, desde la invasión a Antofagasta en 1879, el origen del conflicto bilateral, que Bolivia sentara en el banquillo a Chile en un tribunal. Como van los trámites, esto es posible, considerando que el Gobierno de Santiago no ha expresado interés oficial de desconocer la jurisidicción de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya, que desde el 24 de abril tiene entre sus jueces la demanda boliviana para  el acceso soberano al mar.
“(El proceso) está en pleno curso porque la demanda ha sido admitida formalmente”, dice el agente boliviano para el caso, Eduardo Rodríguez Veltzé, en una entrevista publicada el 28 de julio en el suplemento Animal Político de La Razón.
La certeza del funcionario, también embajador de Bolivia en los Países Bajos y expresidente de la República (2005-2006), tiene su argumento en la primera reunión que sostuvo con su par chileno, Felipe Bulnes, y el titular de la CIJ, Peter Tomka, en La Haya, cuando el 12 de junio acordaron los plazos para la presentación de las memorias. Bolivia debe hacerlo hasta el 17 de abril de 2014 y Chile, hasta el 2 de febrero de 2015, poco menos de un año después.
Luego de la presentación de la demanda, será el segundo paso que deberá cumplirse en el proceso. En criterio de Rodríguez Veltzé, en esa fase se consignarán documentos históricos, diplomáticos y jurídicos con relación al requerimiento de Bolivia de parte del tribunal internacional.
Según el pliego presentado el 24 de abril, La Paz considera que la CIJ debe emitir su fallo sobre tres aspectos: a) Chile tiene la obligación de negociar con Bolivia con el fin de alcanzar un acuerdo que otorgue a Bolivia una salida plenamente soberana al océano Pacífico, b) Chile ha incumplido dicha obligación y c) Chile debe cumplir dicha obligación de buena fe, pronta y formalmente, en un plazo razonable y de manera efectiva, a fin de otorgar a Bolivia una salida plenamente soberana al océano Pacífico.
¿Cuál es la esencia del proceso? “Es la búsqueda de justicia, de una solución conveniente y equitativa, que restituya a Bolivia una salida soberana y que ésta sea de manera convenida y de buena fe con Chile”, responde Rodríguez Veltzé.
Bolivia, a través del gobierno de Evo Morales, tomó la decisión de acudir a la CIJ luego de sopesar posibilidades entre seguir sometida a la dilación histórica sobre el diferendo por parte de Chile y la resolución de éste por otra vía más pragmática, aunque compleja: el juicio.
El 23 de marzo de 2011, durante los actos del Día del Mar en La Paz, Morales sorprendió al país y al mundo, y generó desazón en Chile, al anunciar un juicio internacional por la recuperación del acceso soberano al mar. “La lucha por la reivindicación marítima que ha marcado la historia, ahora debe incluir otro elemento fundamental: el de acudir a los tribunales y organismos internacionales demandando el derecho de una salida libre y soberana al Pacífico”, dijo en esa ocasión. Poco más de dos años después, el 24 de abril de 2013, la demanda contra Chile era un hecho; fue instalada en La Haya.
Mientras Morales dijo que la admisión de la demanda fue histórica y para el regocijo nacional, el presidente de Chile, Sebastián Piñera, se comprometió ante sus connacionales a defender la soberanía de su país. “Utilizando todos los instrumentos de los tratados y del derecho internacional, este presidente va a defender con toda la fuerza del mundo cada metro cuadrado de nuestro territorio y de nuestro mar”, desafió luego tras acto en La Haya.
En julio de 2006, Morales y su colega chilena de entonces, Michelle Bachelet, habían establecido una nueva era en las relaciones bilaterales con la institución de la llamada “agenda de 13 puntos”. Por primera vez, el acuerdo incluía la discusión del “tema marítimo”. Según recuerda el pliego judicial, el Mecanismo Bilateral Bolivia-Chile de Consultas Políticas, reunido entre el 12 y 14 de julio de 2010, definió buscar “soluciones concretas, factibles y útiles” con relación al punto en cuestión. “Para este propósito, se programó una reunión para noviembre de 2010. Sin embargo, alcanzada esa fecha, Chile suspendió unilateralmente la reunión. Las negociaciones nunca se reanudaron”.
Tres meses después, el 7 de febrero de 2011, el canciller de Chile, Alfredo Moreno, se reunió con su par de Bolivia, David Choquehuanca, en La Paz. Si bien fue histórica, la cita no pasó de ser formal. “Estoy muy contento de estar aquí. Vamos a trabajar mucho, con mucho esfuerzo, de manera de poder ir avanzando en los temas que tenemos con Bolivia”, dijo aquella vez el jefe de la diplomacia chilena.
Para entonces, el gobierno de Morales esperaba impaciente una eventual propuesta de parte de Chile. “Qué bueno sería que haya una propuesta concreta hasta el 23 de marzo”, dijo el Mandatario en una rueda de prensa el 17 de febrero.
Unas semanas después, la respuesta desde Santiago fue contraria y obvia. “No es un problema de propuestas de Chile”, replicó el canciller Moreno, quien consideró que “ambos países tienen la misma responsabilidad, las mismas obligaciones y el mismo interés en avanzar”.
A partir de entonces, las declaraciones altisonantes entre autoridades de ambos países fue moneda común. El 31 de mayo de 2011, en una desaprensiva declaración respecto del cruce verbal con La Paz, el ministro chileno de Defensa, Andrés Allamand, sacudió las sensibilidades en el país y el vecino. “(Chile) es un país que tiene en su posición todo el amparo del derecho internacional y, por último, tiene Fuerzas Armadas prestigiadas, profesionales y preparadas, que están en condiciones de hacer respetar los tratados internacionales y de cautelar adecuadamente la soberanía y la integridad territorial”.
Ni Chile ni Bolivia se callaron siquiera para guardar la compostura diplomática, siempre fue así. Si en enero de 2004, durante la Cumbre de las Américas de Monterrey, el impasse de los presidentes Carlos Mesa y Ricardo Lagos terminó con la conminatoria de “diálogo aquí y ahora” por parte del chileno, el 22 de enero de 2011 Morales y Piñera defendieron su postura sobre la historia. “Atacama antes era Bolivia, esperamos recuperarla pronto”, desafió el Presidente de Bolivia en un mensaje a la nación por el primer año de su segundo mandato. Al día siguiente, su colega chileno hizo el contrapunto: “Atacama es y seguirá siendo chilena”.
El último fuego cruzado presidencial se produjo el 28 de enero, durante la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), en Santiago. Morales encaró en casa propia a Piñera, que, bastante enojado, respondió que “los temas de soberanía no se negocian, excepto (NdR: esta palabra fue negada en Chile) por asuntos económicos”.
Suspendidas las relaciones diplomáticas entre ambos países en 1978 y con el proceso en La Haya en curso, no hay posibilidad de diálogo con el gobierno de Piñera. Ya lo dijo Morales, según informó el 31 de enero la ministra de Comunicación, Amanda Dávila. “Con el gobierno (de Piñera) no es posible dialogar, no hay posibilidad de dialogar; eso es lo que él cree (Morales)”, afirmó la vocera gubernamental.
Chile elegirá en noviembre al sucesor de Piñera. Bachelet cobra fuerza. Rodríguez Veltzé prefiere fiarse de la CIJ. “La Corte nos habrá dado la razón y Bolivia y Chile habrán encontrado un derrotero de concordia y armonía”, dice.
Un juicio por la restitución de la justicia
Aunque horas después de la presentación de la demanda en la Corte Internacional de Justicia de La Haya Chile consideró que el pliego judicial “no tiene fundamento”, Bolivia cree que el juicio pretende restituir un acto de justicia ante el propósito del país de volver al mar. 
“Que se atienda intereses mutuos y, sobre todo, se repare una situación que no la provocamos quienes somos parte de esta generación; nosotros no fuimos parte de la guerra ni quienes viven hoy en Chile. Somos tres generaciones posteriores a aquella que tuvo que enfrentarse por las armas”, dice el agente boliviano para la causa, Eduardo Rodríguez Veltzé.
El 24 de abril, el ministro del Interior de Chile, Andrés Chadwik, dijo que la demanda “no tiene argumento jurídico” y que su país se expresaba tranquilo ante la acción. Además, en Santiago se dijo que el juicio implicaba una provocación. En respuesta, el titular de la Dirección de Reivindicación Marítima (Diremar), Juan Lanchipa, responde que, con la causa, Bolivia demuestra “su vocación pacifista”.
Una historia que no se resuelve hace 134 años
Cuando nació el 6 de agosto de 1825, Bolivia tenía 400 kilómetros de costa en el océano Pacífico. Más tarde, en 1879, perdió esa cualidad en los 120.000 kilómetros cuadrados de territorio arrebatados por Chile durante la llamada Guerra del Pacífico librada entre ambos países.
Desde esa vez, los ímpetus de Bolivia siempre fueron los de recuperar ese territorio, aunque los intentos fueron vanos debido a los intereses políticos y económicos de entonces. En 1904, Chile y Bolivia firmaron el conocido Tratado de Paz y Amistad, que definió los nuevos hitos derivados del conflicto bélico. Si bien el acuerdo bilateral no fue consignado en la demanda presentada por La Paz contra Santiago en el Tribunal de Justicia de La Haya, las acciones diplomáticas y políticas posteriores son las que sustentan el proceso.
Bolivia recurre ante el juez 134 años después de los cruentos hechos. Hubo una serie de propuestas de solución al diferendo, entre ellas un canje territorial, que, sin embargo, nunca se consumó.

‘Por primera vez, Bolivia es una referencia internacional’

Tras el incidente del 2 de julio en Europa, un par de conclusiones han resultado del análisis del presidente Evo Morales: Bolivia es referente internacional más allá del impasse; y con Francia, Portugal,  Italia y España la confianza no es la misma.



La Razón / Claudia Benavente, Carlos Orías, Rubén Atahuichi / La Paz
06 de agosto de 2013
 
Domingo 4 de julio, residencia presidencial de San Jorge. El Presidente del Estado recibe a La Razón en un momento crucial de las relaciones de Bolivia con el mundo. Las más complejas derivaron del bloqueo que sufrió el avión presidencial en Portugal, Francia, Italia y España, cuyos espacios aéreos no pudo cruzar el 2 de julio debido a que se creía que Edward Snowden, buscado por Estados Unidos, iba a bordo. El Mandatario estuvo varado 13 horas en Viena.
Tras el incidente del 2 de julio en Europa, un par de conclusiones han resultado del análisis del presidente Evo Morales: Bolivia es referente internacional más allá del impasse; y con Francia, Portugal, Italia y España la confianza no es la misma.
Recién llegado el domingo de Sao Paulo, donde asistió al Foro Social, el Jefe del Estado concede en su residencia de San Jorge una entrevista a La Razón para hacer un repaso a la situación del país ante el mundo. “Por primera vez, Bolivia es una referencia internacional, no por el secuestro del avión ni porque el Presidente represente a un sector más humillado de la historia, sino por las políticas, los programas, los principios y los valores”, dice.
Morales resume así esos cuatro ejes: las políticas “no vienen de afuera ni de arriba”; los programas “no solamente tienen un impacto interno, sino también externo, algunos de ellos están siendo exportados”; los principios se basan en la lucha de los antepasados; “la lucha de la independencia fue contra el colonialismo interno y externo”; y los valores, en su caso, de la familia: no mentir, no robar ni ser flojo.
En su criterio, eso tiene efecto en la región, aunque encuentra cuatro tipos de relaciones. La menos favorable, con Estados Unidos. “No hay munanaku (quererse), sino maq’anaku (pelearse); pero por lo menos tenemos relaciones para pelearnos, que es lo peor. No quisiéramos que sea así”.
Define a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba) como el otro extremo, el más positivo. Son relaciones de mucha confianza, de “políticas que pensaron toda la vida los movimientos sociales y los pueblos, en defender la vida y rechazar la muerte, entre defender la paz y rechazar la guerra”.
Un tercer grupo es el que lo componen países de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), de la Comunidad de Estados Latinoamericanos (Celac) y del Mercado Común de Sur (Mercosur).
Pero esos afanes pretenden ser boicoteados por Estados Unidos a través de la Alianza del Pacífico (Perú, Colombia, Chile y México).  “Estos gobiernos que promueven el libre comercio, la privatización de servicios básicos, la entrega a transnacionales de recursos naturales o instalar bases militares en esos países, nunca van a tener estabilidad política”, presagia. “Mientras Estados Unidos no cambie de política, nunca va a haber relaciones de confianza. Puede haber intercambio de embajadores, pero no serán relaciones diplomáticas de confianza”, insiste.
— ¿Qué peso tiene Bolivia con relación a la región y el mundo tras el incidente en Europa?
— Cuando digo que Bolivia es una referencia es que, si bien hemos empezado a liberarnos económicamente, socialmente, militarmente y políticamente, Bolivia es vista como país digno entre los países sudamericanos y del mundo. Escuché a un comentarista: por dos veces Bolivia estuvo (en la opinión) del mundo, una cuando un dirigente sindical e indígena ganó las elecciones, y, dos, por el secuestro del avión.
Pero una cosa es ser víctima de ese hecho, el indígena de un grupo condenado al exterminio, y otra el ser autoridad. No sé si fue un error o si hubo alguna meta u objetivo en ese secuestro.
— O algún mensaje de parte de Estados Unidos.
— Tal vez un mensaje de Estados Unidos. Lo cierto es que hubo repercusión internacional. Por encima de eso, una cosa es ganar las elecciones… ¿Qué dijeron los de la derecha y los fascistas de Bolivia en 2006? “Pobre indiecito, que se divierta unos cuantos meses, no va a poder gobernar y se va a ir o lo vamos a sacar”. Después de mi informe de 2007, ¿qué dijeron? “No, no, hay que hacer algo”. En 2007 se prepararon y en 2008 fracasaron en el revocatorio, como en el intento de golpe. Organizamos la gran marcha. Por primera vez, la COB y el Instrumento Político para la Soberanía de los Pueblos (IPSP) tuvieron una reunión que dirigí en La Coronilla, en Cochabamba, para organizar la marcha de Caracollo, que definió la situación política, social, democrática e ideológica del país. No es que este proceso vale porque un indígena ganó las elecciones o porque un dirigente ha sido secuestrado.
— Usted dijo que aceptaba las disculpas y Bolivia se reserva el derecho a tomar acciones. ¿Qué quiso decir con eso?
— Yo te pregunto una cosita, pero me vas a responder… Si tu compañera te ha puesto cuernos y luego la perdonas, ¿crees que va a haber confianza?
— No.
— Es eso. Es difícil, se pierde confianza; aunque los aymaras perdonamos totalmente, no somos rencorosos ni vengativos.
— ¿A qué se refirió cuando dijo que Bolivia se reserva a tomar acciones?
— Especialmente velando ante las futuras acciones que pueda tomar Estados Unidos y sus aliados. No quiero que se entienda como soberbia y capricho. Si no hacemos algo, van a seguir tomando represalias con algunos presidentes o con algunos gobiernos, por la situación.
Cómo nos irá en la parte jurídica. En el Alba acordamos formar una comisión técnica y jurídica para estudiar qué argumentos legales tenemos para llevar a Estados Unidos a tribunales internacionales por espionaje. Una cosa es el secuestro, que ha violado tratados internacionales, pero que se ha derivado del caso de espionaje. Ya, digo que espíen a los gobiernos y presidentes antiimperialistas, pero que espíen a sus aliados… Ya no, pues, es insoportable. Por diferencias programática, ideológica y cultural nos pueden espiar, pero a sus aliados…
Voy a plantear en la próxima reunión de Unasur que todos los presidentes definamos llevar (a Estados Unidos) a los tribunales internacionales para hacer respetar los derechos humanos, los tratados internacionales. Esa reserva está fundamentada para que nunca más ocurra (lo que me pasó) con ningún presidente del mundo.
— ¿Qué cambios habrá en la región tras este incidente?
— ¿Qué hemos visto? A veces cuesta hacer entender a nuestros pueblos, a nuestras fuerzas sociales, qué es el imperialismo, el capitalismo o el neocolonialismo; cuáles son sus instrumentos sobre los recursos naturales o sobre políticas sociales.
Ahora que secuestraron el avión del Presidente, la gente dice “ah, eso había sido imperialismo y capitalismo”. Eso nos ha unido a todos, que entiende que si hicieron eso con un presidente, cómo será con los migrantes.
Hay un profundo sentimiento en América Latina y el Caribe, en las fuerzas sociales de Estados Unidos, en Europa y en todo el mundo de que todos tenemos soberanía. Cómo puede haber para algunos presidentes y gobiernos de segunda o de tercera.
Aquí, casi todas las fuerzas e instituciones del Estado se han manifestado, hasta las Naciones Unidas y la OEA, pero menos el Consejo de Seguridad de la ONU. Entonces, ¿qué papel juega el Consejo de Seguridad? Yo entiendo que Naciones Unidas tiene ese consejo que tiene que dar seguridad… ¿A quiénes? A los Estados, porque son sus brazos.
No me arrepiento de haber dicho que ése no es un Consejo de Seguridad sino un “Consejo de Inseguridad”, que sólo planifica intervenciones. Hay que hacer una reforma o una profunda revolución en las Naciones Unidas para acabar con esta clase de instituciones que no dan ninguna seguridad a los Estados.
— El presidente Rafael Correa dijo “Lo que es con Evo es contra nosotros”. Incluso, insinuó que después de Hugo Chávez, viene Evo. Hablando de liderazgo, ¿o Correa o Evo?
— Yo soy enemigo de hablar de liderazgos, hablo más de referencia en políticas y programas. No nos metan a una pelea sobre quién después de Chávez. No me gusta. Aquí dicen “los evistas”… No quiero que haya evistas, sino antiimperialistas.
No creo que las personas sean líderes, sino los pueblos o las fuerzas sociales. Ahora, saludo la solidaridad, Correa dijo “si es Con Evo, es con todos y todas”. Lindo mensaje, aquí somos todos, no se trata de Evo. Si provocaron a Evo, eso nos permitió reflexionar de manera conjunta para defender a todas y a todos. Ése es el mensaje del compañero Correa, a quien expreso mi respeto y mi admiración. Lo dije en Quito, el primero en llamarme ha sido Correa, solidario; no sé cuántas veces. Luego de que partimos de Viena, ni bien aterrizamos en las Islas Canarias, otra vez llamó Correa. También Nicolás Maduro, Cristina Fernández y otros presidentes. Correa ha debido estar llamando a cada minuto en todo el vuelo. A uno se le conoce cuando uno pasa malos momentos.
— ¿Cómo van a seguir las relaciones con Estados Unidos?
— Hay una mirada sobre Estados Unidos, de soberbia, de sometimiento, de uso geopolítico a la región con fines monopólicos… Esto nunca va a cambiar.  Creo en las fuerzas sociales, no hay imperio que aguante. El imperio romano y tantos imperios fueron derrotados; el imperio norteamericano va a ser derrotado.
¿A qué conclusión llego? Allí no gobierna (Barack) Obama, ni demócratas ni republicanos. Son producto de las elecciones, se los respeta; gobiernan banqueros y empresarios. Y cuando banqueros, empresarios y otras transnacionales no pueden seguir exprimiendo al pueblo, declaran en crisis (al Estado) y hay crisis para los más pobres. Ellos siempre caen bien parados, como el gato. Yo tenía mucha confianza en Obama, que viene de un sector discriminado. No puedo entender que ese discriminado discrimine a un discriminado.
— En la práctica, ¿va a haber mejoras en las relaciones?
— Podemos restablecer embajadores, de formalidad, pero no va a ser de confianza.
— ¿Eso será pronto?
— No sabemos. Puede agudizarse (la crisis) también, depende del comportamiento del Gobierno de Estados Unidos.
Perfil
Nombre: Juan Evo Morales Ayma
Nació: 26-10-1959, en Isallavi (Orinoca, Oruro)
Cargo: Presidente del Estado
Líder de los últimos tiempos
Evo Morales Ayma tuvo un intento favorable para llegar a la presidencia en 2002, cuando fue el segundo más votado en los comicios, detrás de Gonzalo Sánchez de Lozada. Con esos antecedentes, tras la renuncia de Carlos Mesa y el interinato de Eduardo Rodríguez Veltzé, en diciembre de 2005 ganó cómodamente las elecciones con el 53,7% de los votos. Juró como Presidente el 22 de enero de 2006, pero su mandato fue interrumpido por un acuerdo político, a un año de su fin. En agosto de 2008 se impuso a un revocatorio y en diciembre de 2009 ganó las elecciones con el 64% de los votos. Promovió entre 2006 y 2008 la Asamblea Constituyente para la aprobación de la nueva Constitución.
‘Decir que soy candidato sería un gran error’
— ¿Va a ser candidato en 2014?
— Es constitucional, se ha demostrado eso. Yo no sé por qué dudan. Pero estoy muy sorprendido de las proclamaciones de comunidades y sindicatos del campo y la ciudad. Por ahora estamos más ocupados con la gestión. Yo saludo esos respaldos, son un aliento, una recompensa. Pero ratificamos que no es tiempo de campaña.
Personalmente, estoy dedicado a temas de gestión. Por eso no he decidido, estamos en gestión. Depende de mucho, todo puede pasar. En Brasil, por ejemplo, la compañera Dilma (Rousseff) tenía alto porcentaje de apoyo, pero dos o tres problemas (las movilizaciones por las tarifas de transporte) que aparecieron por sorpresa cambiaron la situación. Decir que soy candidato sería un gran error. Hay que ocuparse de seguir trabajando y llegará el momento de decidir.
No comparto con su pregunta, soy sincero. Ustedes están más preocupados por las siguientes elecciones, yo estoy más preocupado por las futuras generaciones; eso significa planificación.  Ésa debería ser la responsabilidad de los partidos y de los movimientos sociales: ocuparse de las futuras generaciones.
Algunos dirigentes, algunos alcaldes, usan el tema de límites para hacer protagonismo. Lamentablemente, todavía nos falta descolonizarnos. Por ahora hay que preocuparse de las futuras generaciones.
Acudimos a La Haya para ganar el juicio
— ¿Qué espera del proceso contra Chile en La Haya?
— Deberíamos sentirnos en regocijo desde el momento en que La Haya y el Gobierno de Chile admiten la demanda. Primero, Chile decía que (el juicio) no es procedente o no va a proceder la demanda. No soy experto, pero hemos sido muy optimistas para acudir a La Haya.
Me dicen que (el juicio) está políticamente bien decidido y jurídicamente bien planteado. Si está políticamente bien decidido y jurídicamente bien planteado, La Haya admite y Chile se somete. Debería causar regocijo después de haber sido admitida la demanda. Ganamos la primera batalla.
— ¿Qué criterio tienen sus colegas respecto de la demanda? ¿Cómo recibe la región este paso?
— Si hemos ido a la demanda, es para ganarla. No hay que dudar. Más bien, nos unimos todos, aunque no faltan algunos que observan por qué (el agente) no es un militante. Hay que apelar a los mejores juristas que tenemos, pese a las diferencias. No quiero comentar más. Hablé con muchos presidentes. Deberíamos valorar lo siguiente: ¿En qué relaciones bilaterales de Chile con otros países éstos apoyaron a Chile sobre el tema del mar?
¿En qué relaciones entre Bolivia y otros países éstos rechazaron nuestra reintegración marítima? ¿En qué actos o cumbres los movimientos sociales respaldan a Chile y le piden no devolver el mar a Bolivia?
Los medios no aprovechan ese tema; lamentablemente hay medios de comunicación (pro)chilenos. Revisen todos los documentos, hay cumbres de movimientos sociales y de presidentes que apoyan o callan, pero nunca rechazan apoyo para Bolivia.
Hay que medir esa temperatura, porque el mundo expresa que hay una injusticia con Bolivia y es un derecho nuestro. Incluso hay profesores e historiadores que nos enseñan mal, que dicen que hubo una guerra. No hubo guerra, sino una invasión.