Un par de vecinos, con una enorme bolsa de yogures
y jugos escolares se acerca a un grupo de “vecinos” en la Costanera,
más abajito del cruce de Següencoma. Quien recibe a la misión de
Logística, Alimentación y Traslado Obrajes-Bella Vista de Promontorios
del Gran Paro Cívico y Apolítico de la Vecindad Paceña y Ramas Anexas
contra los Resultados del Censo 2012 y por la Compensación
Presupuestaria para La Paz es el “coordinador”, un funcionario
municipal, según nos cuenta casi de pasada uno de los cobloqueadores de
la zona.
No sé si por los refrescos, necesarios en
una mañana de casi 14°C en la ciudad, o por nuestra casual presencia en
el lugar, el mitin ensaya un envalentonado y estridente ¡Viva La Paz,
muera el censo, abajo el Gobierno! La cosa es que todos, una veintena de
ciudadanos cabreados por los datos del Instituto Nacional de
Estadística (INE), se arremolinan sobre la pareja y extienden la mano
por la ración líquida que les corresponde.
Sinceramente, en esta inofensiva y sublime protesta (esto es literal) no
hallo ningún rasgo desestabilizador ni afán terrorista ni mucho menos
golpista para recordar viejos y dolorosos onces de septiembre, como nos
lo recuerda esta mañana el ministro de Gobierno, Carlos Romero.
Aquellos onces de septiembre (ahora acorde a los tiempos decimos 11-S)
fueron fatídicos: 1973, la muerte de Salvador Allende como consecuencia
del golpe de Estado de Augusto Pinochet en Chile; 2001, el ataque
terrorista a las Torres Gemelas y el Pentágono en Estados Unidos, y
2008, la masacre de Porvenir, en Pando, como el corolario de una
seguidilla de tomas de instituciones por parte de grupos políticos
conservadores en el oriente del país y otras ciudades. Como verán, nada
comparable con la remembranza del ministro a propósito del paro
“cínico”, como llaman ciertos masistas.
Ay,
Carlitos, tan sensato y prudente te conocemos, incapaz de un desliz
fenomenal ante los ojos de la realidad. Si a ese 11-S le anotaste el
paro del 11, este 11 de septiembre será también recordado como aquel 11
en que tus analogías y descripciones históricas tropezaron con la falaz
comparación. De todos modos, servirá para recordar una fecha en la que
los paceños nos cuestionamos por qué somos menos de lo que parecemos.
Artículo publicado en La Razón
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