miércoles, 15 de junio de 2011

El desafío periodístico de octubre

Rubén D. Atahuichi López

Mientras el Tribunal Supremo Electoral (TSE) se da su tiempo para reglamentar el trabajo periodístico con miras a las elecciones judiciales de octubre de este año, los medios y periodistas aún no hemos dado muestras acerca de los desafíos que se avecinan.

Quizás sea muy temprano para calificar la cobertura periodística en relación a ese proceso. Sin embargo, desde la convocatoria a los comicios, el 13 de mayo, poco hemos hecho por ofrecer información digerible sobre el hecho a los ciudadanos y ciudadanas.

Habiendo todavía posibilidad para el pleno ejercicio periodístico, ni siquiera pudimos conocer a los pocos postulantes, ocho, inscritos en la Comisión Mixta de Constitución de la Asamblea Legislativa Plurinacional. Sólo nos limitamos a informarlo casi en número, y punto. Ni qué decir sobre las características del proceso mismo, aunque hubo alguito. No pasa de eso.

Entonces, nos preguntamos: ¿si tanto nos afanamos por defender la libertad de expresión, qué hacemos por la libertad de información cuyos signatarios son los ciudadanos y ciudadanas, el público?

Que no resulte una pose esa acción, expresada en tours televisivos, protestas gremiales (a las que personalmente no me adscribo debido su interés empresarial antes que profesional) o editoriales. El proceso electoral ya ha comenzado y, como tal, merece una mejor consideración de nuestras coberturas.

Desde la experiencia, es casi imposible cumplir con los electores ante semejante desafío electoral, que de por sí es inédito para el país y para el ente rector, el TSE. 125 postulantes previamente seleccionados en la Asamblea Legislativa Plurinacional requerirán de amplia cobertura para ser conocidos y, en su caso, elegidos por parte de los electores y las electoras, más allá del afán mediático que los pueda hacer protagonistas: el estigma profesional o político, o sus vínculos con eventuales casos de corrupción.

Normalmente, en tiempos de elecciones, los diarios, las radios y la televisión suelen abrir espacios especiales en sus ediciones diarias o semanales para la difusión de nombres, la socialización del proceso o las claves de la votación. Considerando de que son muchos postulantes en escena y con la condición de que están prohibidos de hacer campañas más que la difusión de sus méritos, la cobertura se hará más complicada.

Habrá necesidad de un equilibrio periodístico tal, que no raye en las restricciones que de por sí señalan esas elecciones. No serán suficientes los espacios posibles ni el tiempo de cobertura por cada candidato; hasta puede resultar arbitraria la elección-asignación de días u horarios, no siempre compatibles con el interés de aquéllos con el público. Es decir, no bastará asignar un tiempo-espacio-horario-día determinados para un postulante en viernes, diferente al mismo tiempo-espacio-horario-día determinados de sábado, lunes o domingo.

Los medios deberían plantearse una ingeniería de planificación de su cobertura que les obligue a cumplir con del derecho de la información de sus públicos y aportar así al fortalecimiento de la democracia. Sin embargo, me temo que las denuncias van a coparlo todo, y en eso habrá muchos estigmas vinculados al partido del Gobierno o, en menor medida, a las agrupaciones de oposición.

El desafío es nuestro. Hay que empeñarse en esto con el mismo afán de defender la libertad de expresión.

Columna publicada en La Razón