lunes, 24 de octubre de 2011

Rada: ‘El modelo de economía plural es un error’

Rubén D. Atahuichi López

Alfredo Rada - Alejado de la administración pública, el exministro de Gobierno plantea una serie de cuestionamientos al Ejecutivo, del que, sin embargo, dice que no está alejado, ni de lo que se llama el ‘proceso de cambio’.
El Presidente del Estado, como también lo hizo con Sacha Llorenti, agradeció la colaboración que recibió de su primer Ministro de Gobierno. A casi dos años de su salida del Ejecutivo, Alfredo Rada considera que el proceso de cambio requiere de rectificaciones necesarias. “Estamos entrando a un momento en el que se va a deteriorar la situación económica por los impactos en Bolivia de la crisis internacional del capitalismo; Europa está en recesión, Estados Unidos también”.

Cuando se le pregunta si está más cerca o lejos del Gobierno, es contundente: “No estoy lejos del Gobierno, estoy cerca y dentro del proceso de cambio; sigo considerando que el Ejecutivo puede rectificar algunos errores que se cometieron especialmente en los dos últimos años”.
Es Alfredo Rada, uno de los ministros clave del que Evo Morales llamó “gabinete histórico”. Ocupado ahora en la formación de cuadros políticos, el sociólogo y economista analiza la situación del Gobierno y del Movimiento Al Socialismo (MAS).
Dos elementos de su discurso llaman la atención: su cuestionamiento a ciertos colaboradores y políticas de Morales, y al avance del modelo económico. En esto último, apunta a la “economía plural”, que en su criterio no tiene razón de existir. Tendrá algo que decir el ministro de Economía y Finanzas, Luis Arce Catacora.
— ¿Los llunk’us del Gobierno?
— Aquéllos (aduladores) que se callan sabiendo que hay errores que se cometen, que no dicen con claridad las cosas y que quieren hacer pasar por victorias lo que en realidad son derrotas. En realidad, son los grandes organizadores de derrotas.
— ¿Sacha Llorenti?
— No, no voy a decir nombres, no es necesario. El llunk’erío está en distintos niveles, no solamente en los ministerios o las reparticiones; es una mentalidad como el burocratismo.
Hay que diferenciar la militancia leal y consecuente con este proceso, que fundamentalmente pasa por decir las verdades. La verdad es revolucionaria y aquél que quiere ocultar o maquillar las cosas no nos sirve.
Si algún mérito tuvimos en su momento fue que, junto con muchos en el Gobierno, decíamos la verdad.
— ¿A qué llama derrota?
— Por ejemplo, lo que ocurrió con la movilización por el TIPNIS, que fue mal valorada desde el principio y que llevó a que un conflicto pequeñito crezca y se convierta en un problema grande, que de lo local pase a lo nacional, que se llevó por delante un ministro (Llorenti) y nos generó una crisis política. Eso puede calificarse como derrota.
— ¿No fue error que el Presidente pida a los cocaleros “conquistar” a las mujeres yuracarés para encaminar el proyecto o decir “sí o sí va la carretera”?
— El Presidente tiene un estilo franco y directo de hablar, eso ha sido bien valorado por grandes segmentos de la población, que vieron en ese lenguaje una manera diferente en relación a la acartonada de los políticos tradicionales. Pero, en esto se ha incurrido en excesos verbales que, por supuesto, hay que evitarlos. Sin embargo, yo noto una actitud de Evo –en la plaza Villarroel lo dijo— cuando señaló “cometemos errores, hay que saber reconocerlos”. Yo agregaría: no es suficiente reconocerlos, sino rectificarlos o enmendarlos.
Más que esos detalles anecdóticos, que pueden tener importancia en su momento, esto de las formas que utilicemos al hablar o algunas frases no correctas, más me preocupa que cometamos errores programáticos e ideológicos. Cuando hablamos de rectificación de errores, hablamos no solamente de la manera cómo se encaran éstos, sino de saber dar un norte claro a este proceso, es decir, de determinar con claridad ante el pueblo hacia dónde estamos yendo, qué es lo que estamos construyendo…
— ¿Qué errores?
— No avanzamos lo suficiente en la construcción de un modelo económico. Es que lo fundamental son las transformaciones económico-estructurales.
No se ha avanzado en la construcción de un modelo social-comunitario, que es lo que plantea la Constitución; no la economía plural. Hay algunos sectores conservadores en el Ejecutivo que acuden a ese concepto (que fue presentado por un constituyente empresario de derecha) que no es nuestro ni de los movimientos sociales. Ése es un error.
— En esto tiene que ver el ministro Luis Arce.
— Él sacó una publicación y la distribuyó en un medio de circulación nacional, que titula Economía plural.
— ¿Será uno de los llunk’us?
— No, no voy a decir nombres, pero puedo decirle que no estoy de acuerdo con la conducción económica de Luis Arce desde su ministerio. Una de las cosas que hay que rectificar es nombrar a economistas revolucionarios dentro del gabinete, fundamentalmente en las áreas de economía y finanzas públicas.
Es decir, no solamente hay que hacer algunos ajustes políticos, mejorar la relación y la interlocución con los sectores sociales con los que hemos tenido conflictos en estos dos años (la Central Obrera Boliviana, Caranavi, Potosí, CIDOB, Conamaq) o recuperar esas organizaciones.
— ¿Más errores?
— Las elecciones judiciales del 16 de octubre. Yo creo en la reforma judicial por la vía del voto, que es fundamental para mejorar la justicia que castiga a los pobres y beneficia a los ricos, además de acumular una serie de problemas estructurales (corrupción o retardación de justicia).
Hay que admitir que la manera cómo se llevó eso, al parecer, no logró apoyo pleno de la ciudadanía, especialmente en las ciudades. El Gobierno esperaba más de esa elección, un mayor respaldo, pero estoy seguro también que la oposición de derechas esperaba más. Es decir, no solamente la cantidad de votos nulos en algunos departamentos fue superior a la de los válidos.
— ¿Qué pasó?
— La movilización del 12 de octubre de las bases sociales que apoyan este proceso salvó la cosa, impulsó una votación masiva en las áreas rurales, en los centros mineros o en algunos barrios populares de las ciudades, que ha permitido, pese a las dificultades y errores en este proceso, evitar poner en riesgo la conformación de esos tribunales.
Se van a posesionar los magistrados en enero del 2012, pero hubo un costo político que también tiene que ver con otras cosas, como el gasolinazo, el “Yucumazo” (la represión en Yucumo) y el “chutazo” (la importación por ley de autos usados).
Hacia adelante hay que sacar lecciones de esto y evitar cometer nuevos errores que nos puedan llevar a mayor desgaste.
— Hace un año nos decía que el Gobierno vivía en una burbuja. ¿Piensa lo mismo?
— Hubo un peligroso distanciamiento con los sectores sociales que hizo que nos confrontemos con los hermanos de Caranavi, de Potosí, de la COB, de la CIDOB y Conamaq, en este conflicto por el TIPNIS. Hay que recuperar esos sectores.
El planteamiento de nueva agenda del Presidente (12 de octubre) puede ser una oportunidad, para que en una cumbre se pueda recuperar a esos sectores sociales. Confío en que de la cumbre de diciembre pueda salir una rectificación de este proceso, a partir del cual contar con una agenda, no cualquiera, de profundización de los cambios estructurales.
No estamos en el Gobierno para confrontarnos con sectores sociales afines, sino para afectar al gran capital transnacional como, por ejemplo, la minería o la burguesía intermediaria de los bancos que está logrando ganancias extraordinarias y a la que hasta ahora no se ha tocado.
— ¿Acaso no plantea la crisis por el TIPNIS una nueva agenda?
— Uno de los errores, la valoración política de la marcha, es que se consideró que estaba dirigida a derrocar al Gobierno. Eso no es así; son compañeros que se han movilizado en defensa de legítimos intereses.
Por supuesto que no faltarán los derechistas y opositores que quieran pescar en río revuelto. ¿Pero de quién es la culpa de que el río esté revuelto? Nosotros hemos revuelto el río.
Puede ser que esta movilización, una vez que se resuelva el problema puntual que la generó (la carretera), vaya a contribuir a esa rectificación (del proceso) que se demanda. Dudo que haya en esa movilización enemigos del proceso y del Gobierno.
— ¿Era necesario el desplazamiento de policías a Yucumo, con la consecuencia que conocemos?
— Puede haber contradicciones dentro de un proceso de transformaciones revolucionario, pero hay que saber diferenciar cuando esas contradicciones son entre sectores afines al proceso. No cabía ni siquiera pensar en la utilización de la fuerza pública para resolver un conflicto con un sector afín, como son los indígenas de tierras bajas. No cabía, eso no es de revolucionarios.
Había que hacer todos los esfuerzos por resolverlo con diálogo, sin confrontaciones. En algún momento se optó por el uso de la fuerza pública, lo cual me parece que fue un error estratégico que ha tenido un costo político que se expresó en las elecciones del domingo (y un ministro tuvo que irse) y es que ha polarizado las posiciones, ha generado resentimientos y distanciamientos, que ojalá puedan resolverse.

El caso Rózsa sí existió y el video puede ser un montaje

— ¿Cuán real fue el caso Rózsa?
— Totalmente, totalmente. Fue un caso que cuenta con abundante información que cursa en las investigaciones a cargo del Ministerio Público; hay una audiencia conclusiva en Cochabamba que dará paso al inicio del juicio oral.
Se ha abierto un segundo proceso, Terrorismo II, a cargo del exministro Llorenti, que investigará la infraestructura financiera de respaldo a ese proyecto separatista y terrorista. Confío en que se llegará al fondo del asunto y mostrará al país que fue cierto ese caso, que puso en riesgo la unidad del país.
— Ignacio Villa, El Viejo, denunció que el fiscal (Marcelo Soza) le pidió sembrar pruebas.
— Es una pregunta que hay que hacerle al fiscal Soza, que anunció un juicio por difamación. Es natural que en una instancia que precede al juicio oral, alguno de los acusados intente todo para justificar su actitud; no me extraña.
¿Qué más podemos decir de lo que dijimos?
— Pero han surgido otros elementos, como la entrega de dinero a El Viejo para salir del país… ¿Supo de eso?
— Ese caso ni llegó a la fase de acusación contra aquellas personas que, desde mi punto de vista, de manera injusta habían sido acusadas.
— ¿Se refiere a Carlos Núñez del Prado?
— No, me refiero a las personas que están ahí, que algunos medios de comunicación dijeron. Resulta que luego pasa el tiempo y esas personas, en justicia, son exoneradas.
— Hay un video, ¿fue montado?
— No he descartado la posibilidad de que sí pudiera ser un montaje. En algún momento dije en un artículo que se publicó en un medio, que podía tratarse de una especie de montaje o algo así. No soy ni perito ni juez ni fiscal ni nada.
— ¿Hay gente vinculada que anda libre?
— Claro, Branko Marinkovic, Guido Nayar y otros fuera del país.
— ¿Aquí en Bolivia?
— No lo sé. Tómese en cuenta que he dejado de ser ministro de Gobierno hace casi dos años, corresponde a otras autoridades el seguimiento de estos casos.
Cuando nos tocó cumplir con la defensa de la integridad de la patria y la preservación de la vida del Presidente y del Vicepresidente, lo hicimos. Había intento de magnicidio (en el lago Titicaca).

Entrevista publicada en La Razón

miércoles, 12 de octubre de 2011

Voto disperso, voto escaso, voto político

Rubén D. Atahuichi López
A las 20.00 del domingo, cuando se emitan por la televisión los resultados en boca de urna, ninguno de los 115 candidatos a los 56 cargos del Órgano Judicial habrá conseguido una votación importante. Me animo a pensar que ese respaldo popular no pasará el 10%, ¡y eso es mucho!
Según la Constitución Política del Estado (CPE), cada uno de los magistrados será elegido con “mayoría simple de votos”, lo que quiere decir que no importará porcentaje alguno, por más mínimo que sea, para conformar uno de los cuatro poderes del Estado Plurinacional.
Así de previsible está la cosa. Hasta el presidente del Tribunal Supremo Electoral (TSE), Wilfredo Ovando, lo sabe. “La ley es sabia al establecer que los ganadores no tienen que ganar con el 50% más uno (de votos), sino por mayoría simple”, me dijo en una entrevista.
Además, aseguró que es “posible que el voto se disperse”. Claro que se dispersará el voto, no es una posibilidad solamente. Los 5.243.375 electores habilitados para el domingo no van a concentrar su voto en sólo algunos de los postulantes, a no ser que ocurra lo que se presume: voto consigna, con la ayuda de los números en la papeleta.
Sin embargo, hay muchas razones para comprender esa eventual situación.
Antes que nada, lo más seguro es que al día siguiente de los comicios Juan del Granado, Samuel Doria Medina y Evo Morales saquen rédito de la votación. Es posible que la abstención, la cantidad de votos nulos y blancos sean el argumento cabal para los primeros, y para el Presidente del Estado, la participación ciudadana.
Así, estoy seguro que ese día el discurso político será: “el pueblo nos dio la razón, no quería candidatos del Gobierno” o “el pueblo nos respaldó una vez más, apoyó la reforma judicial con su voto”. Ya verán que así será, cada uno buscará sumar a sus intenciones políticas el voto del 16 de octubre que no fue pensado para un fin político-partidario.
Como no debía ser, las elecciones en puertas han tenido una incidencia política a pesar de las prohibiciones establecidas en la CPE y que el TSE no pudo evitarla. Eso contribuyó –en mi criterio— a desviar la atención de los electores en los candidatos.
Los tres sujetos políticos, particularmente, instalaron un plebiscito de facto, que tendrá efecto en los resultados. Si Del Granado propone No, Doria Medina impulsa el voto nulo y Morales se desgañita por el Sí, el efecto será la confusión: no hay casilla para el Sí ni para el No, lo que implica que una decisión por cualquiera de esas posibilidades será nomás voto nulo.
Además, la campaña de difusión de méritos ha sido escasa, por lo que es también posible que los electores no sepan por quién votar y marquen por cualquiera de los candidatos. O, al contrario, habiéndolos conocido, diversifiquen su decisión en una gama de elegidos.
A eso ha que añadirle la poca comprensión pública del proceso, las dudas sobre la forma de votación y las características complicadas de la papeleta de votación (la forma de escrutinio también produce dudas).
Es que, por la particularidad de los comicios, los candidatos no pudieron por sí solos presentarse a los ciudadanos, a diferencia de votaciones anteriores, en las que los ciudadanos sabían por quién votar.
Pero, ante todo, la polémica que caracteriza aún los días previos al 16 de octubre ha descontentado a muchos, lo que puede incidir en el interés real en el sentido de la conformación de las cuatro instituciones del Órgano Judicial a través del voto popular.
Y si al TSE le interesa la legalidad y no la legitimidad, como lo admitió Ovando, estamos fritos. La cosa se complica. Ya lo veremos...

Artículo publicado en La Razón

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Presidente, renuncie... al mal

El 18 de diciembre del 2005, cuando Evo Morales ganó las elecciones con el 53,7%, apenas hablaba de los indígenas; su discurso estaba centrado en defensa de los derechos de los cocaleros, de cuyos sindicatos emergió políticamente. No sé si en las últimas semanas de la votación, o antes, se dio cuenta de que su candidatura representaba a ese sector históricamente vilipendiado e ignorado. Ayudado por su condición social, días después de saberse Presidente de la República, el dirigente cocalero se mostró ante el mundo como “presidente indígena” (su colega Hugo Chávez lo aludió de “indio”) y “encantó” en el mundo y el país a medios, activistas y políticos progresistas, que no dejaron de referirse a él como el paladín de la defensa de los derechos indígenas (y de la Madre Tierra, más tarde).

Desde entonces han pasado muchas cosas, por lo menos con relación al interés de los indígenas. La Asamblea Constituyente no terminó de construir una Constitución Política del Estado integradora (aunque de indígena tiene mucho), las autonomías indígenas no son tales (no existe real reconstitución territorial ni restitución de la autoridad ancestral) y los más elementales derechos indígenas —la consulta previa, la tierra, el territorio, en suma, el suma qamaña— han sido omitidos sistemáticamente.

La defensa del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), reprimida con violencia el domingo y con un saldo de víctimas todavía en confusión, ha terminado de desnudar el verdadero interés del Gobierno en respaldarse del movimiento cocalero-campesino (ahora “intercultural”) en desmedro del indígena-originario (sectores no cooptados por el sindicato de los 50).

Así, surgen algunas causas lógicas para comprender este estado de situación, sin apasionamientos en discusiones técnicas como la nacionalización, o la verdadera construcción de plurinacionalidad, sino en la lectura de actitudes.

Con mucha insistencia, desde sectores afines y disidentes al Gobierno (Del Granado, Almaraz o Prada, cada uno con sus intereses particulares), se ha dicho en los últimos meses que el “proceso” necesita de un cambio, un reencauce necesario si es que no quiere perecer en el intento. Ese proceso sufre fisuras, aunque son reversibles en la medida de una lectura sensata de la realidad cuyo ejercicio debería hacerlo el mismo Presidente, para empezar. No es sensato decir que aquél es como los anteriores, pero incurre en muchos desaciertos.

Ya son más de cinco años de Gobierno. A estas alturas, Morales no termina su catarsis contra los regímenes pasados o la “oligarquía” y, por tanto, permanentemente alimenta un clima de confrontación con sus adversarios. Es soberbio; no es humilde. Cierto entorno suyo no le muestra la realidad. No todos quienes votaron por él, y por su gestión, apoyan sus políticas. Así, ese 63% de votos del 2009 no es el mismo ahora en septiembre del 2011.

No es concertador. La mayoría de las leyes pasaron por la Asamblea Legislativa sin siquiera el consentimiento pleno de la ciudadanía y la oposición (ésta tampoco es propositiva), sino en medio de protestas y conflictos. Es torpe; decenas de sus frases han lastimado sentimientos y ocasionado conflictos.

Es más cocalero que indígena. Villa Tunari y el Chapare, el bastión cocalero, ha recibido más obras y privilegios (plantas industriales, unidades militares, aeropuerto, campos deportivos y ahora la polémica carretera hacia San Ignacio de Moxos). Al contrario, los indígenas, palo y poco de su atención. Y es más…

Si el Presidente renunciara a esos males, quizás sería otra la historia.

Publicado en La Razón

miércoles, 15 de junio de 2011

El desafío periodístico de octubre

Rubén D. Atahuichi López

Mientras el Tribunal Supremo Electoral (TSE) se da su tiempo para reglamentar el trabajo periodístico con miras a las elecciones judiciales de octubre de este año, los medios y periodistas aún no hemos dado muestras acerca de los desafíos que se avecinan.

Quizás sea muy temprano para calificar la cobertura periodística en relación a ese proceso. Sin embargo, desde la convocatoria a los comicios, el 13 de mayo, poco hemos hecho por ofrecer información digerible sobre el hecho a los ciudadanos y ciudadanas.

Habiendo todavía posibilidad para el pleno ejercicio periodístico, ni siquiera pudimos conocer a los pocos postulantes, ocho, inscritos en la Comisión Mixta de Constitución de la Asamblea Legislativa Plurinacional. Sólo nos limitamos a informarlo casi en número, y punto. Ni qué decir sobre las características del proceso mismo, aunque hubo alguito. No pasa de eso.

Entonces, nos preguntamos: ¿si tanto nos afanamos por defender la libertad de expresión, qué hacemos por la libertad de información cuyos signatarios son los ciudadanos y ciudadanas, el público?

Que no resulte una pose esa acción, expresada en tours televisivos, protestas gremiales (a las que personalmente no me adscribo debido su interés empresarial antes que profesional) o editoriales. El proceso electoral ya ha comenzado y, como tal, merece una mejor consideración de nuestras coberturas.

Desde la experiencia, es casi imposible cumplir con los electores ante semejante desafío electoral, que de por sí es inédito para el país y para el ente rector, el TSE. 125 postulantes previamente seleccionados en la Asamblea Legislativa Plurinacional requerirán de amplia cobertura para ser conocidos y, en su caso, elegidos por parte de los electores y las electoras, más allá del afán mediático que los pueda hacer protagonistas: el estigma profesional o político, o sus vínculos con eventuales casos de corrupción.

Normalmente, en tiempos de elecciones, los diarios, las radios y la televisión suelen abrir espacios especiales en sus ediciones diarias o semanales para la difusión de nombres, la socialización del proceso o las claves de la votación. Considerando de que son muchos postulantes en escena y con la condición de que están prohibidos de hacer campañas más que la difusión de sus méritos, la cobertura se hará más complicada.

Habrá necesidad de un equilibrio periodístico tal, que no raye en las restricciones que de por sí señalan esas elecciones. No serán suficientes los espacios posibles ni el tiempo de cobertura por cada candidato; hasta puede resultar arbitraria la elección-asignación de días u horarios, no siempre compatibles con el interés de aquéllos con el público. Es decir, no bastará asignar un tiempo-espacio-horario-día determinados para un postulante en viernes, diferente al mismo tiempo-espacio-horario-día determinados de sábado, lunes o domingo.

Los medios deberían plantearse una ingeniería de planificación de su cobertura que les obligue a cumplir con del derecho de la información de sus públicos y aportar así al fortalecimiento de la democracia. Sin embargo, me temo que las denuncias van a coparlo todo, y en eso habrá muchos estigmas vinculados al partido del Gobierno o, en menor medida, a las agrupaciones de oposición.

El desafío es nuestro. Hay que empeñarse en esto con el mismo afán de defender la libertad de expresión.

Columna publicada en La Razón

domingo, 15 de mayo de 2011

‘El desempeño es más importante que la sola elección’

El ex Presidente de la República repasa su Gobierno y sus experiencias en la antigua Corte Suprema de Justicia. Con relación a las elecciones judiciales dice que deberían validar el desempeño previo de los postulantes, que es lo más importante. Y plantea una sugerencia: “Abrir una reflexión sobre una próxima reforma constitucional que discurra sobre la consistencia del diseño del Órgano Judicial y todo lo que comprenda para su mejor funcionamiento”.


Rubén D. Atahuichi L.
Con más autoridad que muchos, Eduardo Rodríguez Veltzé analiza la situación del Órgano Judicial, los cuoteos de antes, el “dedazo” de ahora y las elecciones judiciales de octubre, de las que dice que deberían ser una oportunidad “refrendadora de un desempeño previo y verificable” de postulantes.
El ex Presidente responde un cuestionario escrito, en el que también califica la gestión de Evo Morales. “Tiene innumerables tareas por atender y resolver, y que la mayor parte de ellas no pasa por judicializarlas”, dice.
Rodríguez Veltzé recuerda que la noche del 9 de junio del 2005 el entonces presidente de la Cámara de Senadores, Hormando Vaca Díez, le llamó para hablarle de la sucesión presidencial, por prelación constitucional, ante la renuncia de Carlos Mesa Gisbert. “Recuerdo que semanas antes se produjo una reunión en casa del cardenal Julio Terrazas, quien procuró infructuosamente conciliar las diferencias entre Mesa y los presidentes de las cámaras (Vaca Díez y el de Diputados, Mario Cossío).
—¿Cuál fue su principal preocupación al cruzar la puerta del Palacio de Gobierno?
—La pacificación del país, procurar acuerdos para conducir elecciones y preservar el sistema democrático. Paralelamente, conformar un gobierno que articule con el Legislativo y las expectativas ciudadanas.
—¿Y al salir de la Presidencia? Tiene el estigma de la desactivación de los misiles chinos.
—Retornar a la Corte Suprema y continuar mis tareas judiciales. No obstante, percibí un ambiente hostil, pues una mayoría de ministros había desafiado mezquinamente la legalidad de mi retorno. No asumo el asunto de los misiles como un “estigma”, pues tengo la firme convicción sobre mi absoluta inocencia.
—¿Rebasaron su autoridad al autorizar la desactivación?
—Tal como he sostenido siempre, nunca autoricé la entrega de misiles a nadie. Este operativo se orquestó y condujo irregularmente cuando me encontraba en misión oficial en Brasil. Tan pronto conocí sus pormenores destituí al Comandante del Ejército (Marcelo Antezana), ordené procesos militares, acepté la renuncia del Ministro de Defensa (Gonzalo Méndez) y dispuse se formalice una protesta diplomática que se entregó al embajador de Estados Unidos (David Greenlee).
—Al llegar al mando, ¿qué percepción tenía del Poder Judicial?
—Compartí con varios ministros un especial interés por el desarrollo institucional del sistema judicial, impulsamos un diagnóstico que revelaba sus principales deficiencias y fijaba las bases de políticas públicas para transformarlo. La democracia, con alguna demora, empezaba a abrir espacios de reforma estructural; era un tiempo de autocrítica y de apuesta por los cambios.
—¿Cómo llegó a ser magistrado de la Corte Suprema de Justicia?
—En 1999 entró en vigencia la modalidad constitucional de elección a través del voto de dos tercios del total de miembros del Congreso. Había trabajado en la reforma judicial y en el servicio público, me interesaba el desafío. Estimé que mi trayectoria profesional no comprometida con la política partidaria podía ser útil, en contraste con anteriores períodos en los que la elección se producía por simple mayoría de una de las cámaras y con mayor influencia política.
—¿Le propusieron al puesto o se presentó de manera personal?
—Me presenté de manera personal. Fui elegido ministro en la primera votación junto con Carlos Tovar. Ambos logramos más del 92% de los votos.
—Mesa habla en su libro de ‘cuoteo como método’ en el periodo del MNR y sus aliados. ¿Contactaron entonces con usted?
—La descalificación generalizada so pretexto del “cuoteo” la encuentro inaceptable. Tal como lo dije a un medio al día siguiente de mi elección, el hecho de que políticos elijan a los jueces no convierte a éstos en políticos y menos deudores de ningún favor. Esta idea cobra hoy relevancia, pues considero que la legitimidad del desempeño de un juez es más relevante que la forma de su elección, indistintamente de la modalidad que se emplee.
—Incluso Mesa dice que se reunió con usted y Armando Villafuerte para analizar la reforma judicial y los nombramientos del entonces Congreso Nacional. ¿Qué dice?
—La reforma judicial es un tema de Estado y se coordina con todos los órganos de poder y sus integrantes, que intercambian criterios sobre todos sus alcances, incluida su conformación, lo cual no conlleva ningún propósito irregular, como parece insinuarse.
—¿Cómo llegó a la Presidencia de la Corte Suprema?
—Fui elegido presidente de la Corte en tres ocasiones, la primera al término del mandato de Villafuerte, con carácter interino, pues la Corte no contaba con el quórum de dos tercios del total de sus miembros, como requería la Constitución. Una segunda, cuando se completó la Corte con el nombramiento de ministros que cesaron en su mandato por su carácter provisorio y por tercera vez cuando se vuelve a completar el quórum con nombramientos congresales a fines del 2004.
—¿Sintió incidencia del poder político en la conformación de la Corte de la que fue parte?
—Sí, en algunas ocasiones. Una de ellas se produjo en la víspera de la última elección de presidente de la Corte. Algunos parlamentarios que asistieron a la inauguración del Año Judicial, en Sucre, ensayaron cabildeos para favorecer a un candidato regional. La mayoría de los ministros consideró inaceptable la intromisión y se preservó la independencia.
—¿Cómo fue el nivel de coordinación con el poder político?
—Durante los siete años que estuve en la Corte, ésta tuvo altibajos, por lo general, el Poder Judicial no mereció la atención prioritaria del Estado. La inestabilidad política afectó mucho, en ese mismo período pasaron seis presidentes del Ejecutivo.
—Es vox populi que el Poder Judicial fue funcional al poder político. ¿Qué dice?
—Que hay una gran distancia entre esa afirmación (que una vez más cae en la fácil generalización despectiva, aunque se invoque al pueblo y en latín) y lo que sucedía en el pasado y sigue sucediendo hoy con intensidades variables: hay abogados, funcionarios, fiscales, jueces, magistrados, legisladores y políticos que sucumben a intereses políticos o económicos para manipular el sistema judicial. Es imprescindible aislar e identificar esas distorsiones de conducta antes que poner la sombra a un órgano de poder que debe contar con la confianza ciudadana.
—¿Cómo percibe al actual Órgano Judicial Plurinacional?
—Es un aparato de transición conformado mayoritariamente por abogados designados “a dedo”, con base en la denominada “ley corta”, una desafortunada iniciativa legislativa que le restó legitimidad y restringió atribuciones, particularmente en el ámbito de la justicia constitucional, en desmedro de los remedios disponibles para los ciudadanos frente al abuso del poder público y el ejercicio efectivo de sus derechos. El Ministerio Público sufre de las mismas distorsiones de legitimidad y la actuación de muchos fiscales es notoriamente abusiva y discrecional.
—¿Cuál cree que es la principal falencia de la justicia en el país?
—Es un conjunto de factores: falta de acceso, normas obsoletas, ausencia de espacios de justicia de paz y de justicia administrativa, excesiva centralización recursiva a tribunales jerárquicos, incluido el Tribunal Constitucional; ausencia de diseños funcionales y políticos del órgano, sobredimensión de la justicia criminal, entre otras tantas que responden a una cultura jurídica ritualista que no promueve la observancia normativa, la innovación de espacios de justicia más simples y próximos al ciudadano y la solución pacífica de los conflictos.
—¿Cómo se debería plantear una reforma judicial?
—Partiendo de un diagnóstico sobre su funcionamiento y diseño, abrir una reflexión sobre la dimensión funcional y política del ejercicio de la jurisdicción en un Estado que inaugura un nuevo orden constitucional fundado en el “pluralismo jurídico”, un principio que no se restringe a la coexistencia del sistema ordinario con el indígena originario campesino, sino a una multiplicidad de opciones para diseñar una justicia más plural, más próxima y más confiable y apreciada por todos.
—¿Comparte la idea elección por voto popular de magistrados?
—No en el diseño previsto en la Constitución, sino bajo una modalidad más bien refrendadora de un desempeño previo y verificable. La dificultad de elegir a jueces conlleva problemas como los que hoy se atraviesan para la difusión y selección de los candidatos y sus méritos. La contradicción de convertir a los jueces en autoridades político representativas cuando en su función no representan a nadie y sólo deben resolver sus causas conforme a ley y no a la opinión de sus electores.
—¿Encuentra alguna intencionalidad política en el proceso electoral que se avecina?
—En rigor, en el proceso importa la implantación de un diseño constitucional vigente. Cualquier intencionalidad política debería orientarse a examinar sus méritos y problemas para superarlos y no tomar ventaja de ellos.
—¿Coincide con las restricciones para la propaganda electoral?
—No, porque afecta el derecho de los electores a ser informados y de todos a expresar libremente sus opiniones en el marco de los derechos consagrados por la Constitución. Se trata de un tensión entre el ejercicio de un derecho fundamental (libertad de expresión, opinión e información) y una restricción administrativa (limitaciones en elecciones judiciales), ambas contenidas en la Constitución. Me inclino por la prevalencia de los derechos.
—¿Halla restricciones para el trabajo periodístico?
—Sí, tal como le expliqué.
Los desafíos del futuro Órgano Judicial

—¿Cómo debería ser una conformación ideal del Órgano Judicial?
—El diseño del Órgano Judicial debe ser correspondiente con el nuevo Estado Plurinacional de Derecho Comunitario, desconcentrado, con autonomías y fundado en el pluralismo jurídico. Esta caracterización, a mi juicio, debe replantear la anterior y actual estructura orgánica todavía muy centralista y neocolonial en muchos aspectos. Insisto en significar la importancia del pluralismo jurídico como un cimiento para construir un nuevo sistema más funcional, más desconcentrado y más cercano a los ciudadanos.
—Es inminente el proceso, ¿qué desafíos propone al futuro Órgano Judicial?
—Dos desafíos: el primero es asumir que su desempeño es más importante que su sola elección, el control social y la participación ciudadana sobre la función judicial debe ser efectiva a través del monitoreo sobre la predictibilidad e integridad de los fallos. El segundo es abrir una reflexión sobre una próxima reforma constitucional que discurra sobre la consistencia del diseño del órgano judicial y todo lo que comprenda para su mejor funcionamiento.

martes, 10 de mayo de 2011

Si hay cuoteo, no optarán por ellos

Rubén D. Atahuichi López

Estas últimas semanas, el país masculla el debate que políticos de izquierda y derecha, y los medios de información, hacen sobre las elecciones judiciales, que, si no existe mayor inconveniente, se desarrollarán en octubre de este año.

Al margen de las cuestionadas restricciones a las libertades de expresión, de prensa y de información planteadas para esos comicios, la discusión se ha centrado en el supuesto afán del Movimiento Al Socialismo (MAS) de pretender copar “ahora” el Órgano Judicial Plurinacional a través de esa votación.

Es que los bolivianos elegirán a 56 magistrados de una lista de 125 postulantes previamente validada en la Asamblea Legislativa Plurinacional, en la que el MAS tiene más de dos tercios de votos. ¿Una lista previa? Claro que sí, con la diferencia de que esta lista va a ser sometida a votación popular.

Legítima o no, funcional o no, el procedimiento implicará una versión “mejorada” de los anteriores, cuando los principales partidos políticos hacían planchas directas para someterla a votación de los senadores y diputados. Normalmente, esas listas respondían a los intereses de las representaciones mayoritarias de entonces y, consiguientemente, resultaban ser consumadas sin mayor polémica. El pretexto era “institucionalizar” las estructuras del Estado.

Sin embargo, ahora pareciera ser tan nueva la idea y el afán, que sectores contrarios al Gobierno se rasgan las vestiduras y arguyen que el MAS “quiere copar también el Órgano Judicial”, después de hacer lo mismo con el Órgano Judicial y la Asamblea Legislativa Plurinacional, aunque esta última tras una votación nacional.

En el último tiempo, antes de la administración de Evo Morales, los periodistas sabíamos, y así lo informábamos, que la conformación de las distintas estructuras del viejo Poder Judicial era cuoteada por los partidos políticos, desde los de menor representación legislativa hasta los mayoritarios. Sin desparpajos.

Así también lo recuerda en Presidencia sitiada Carlos Mesa Gisbert, quien hace memoria de la necesidad de reformas judiciales en varias reuniones entre del gobierno que participó y las autoridades judiciales de entonces. Dice que estuvo de acuerdo con que los postulantes no fueran ni ex garciamezistas ni militantes de los partidos de gobierno, pero que intentó evitar infructuosamente el “cuoteo que irónicamente fue inviable en la Corte Suprema de Justicia y el Consejo de la Judicatura, dadas las posiciones irreductibles de los partidos que querían imponer sus propios candidatos”. Y recuerda que en el Tribunal Constitucional esos partidos (MNR, MIR y NFR) “lograron un acuerdo y pusieron sus fichas”.

¿Es así ahora? Muchos hechos parecen confirmar por lo menos el interés de incidir en la selección de candidatos y candidatas, por la misma votación favorable que el partido de gobierno tiene en el Órgano Legislativo. Es, pues, el poder que lo puede todo.

Pero a estas alturas de la experiencia democrática boliviana, los ciudadanos no se dejan engatusar con esos afanes políticos. Si todo resulta tan nefasto en la selección de postulantes, en octubre los resultados pueden ser blancos o nulos, una grave fisura al Estado que se pretende.

Columna publicada en La Razón

lunes, 9 de mayo de 2011

'Primero el mar, luego Silala y Lauca'

Es uno de los ex presidentes que más convicción expresó a la hora de sumarse a la iniciativa de Evo Morales de acudir a tribunales internacionales por la demanda marítima. Aun así, con la distancia política que mantiene con el Mandatario, Mesa Gisbert es un duro crítico de las acciones de la administración gubernamental. Considera que para el Gobierno será difícil salir de la crisis política que se derivó del decreto que en diciembre pretendió nivelar el precio de los carburantes.




Rubén D. Atahuichi López

Alejado de la política, aunque pendiente de ella, comprometido ahora con la demanda marítima y mordaz con el Gobierno, Carlos Mesa Gisbert hace un repaso a las relaciones de Bolivia con Chile, de las que sigue pensando como el 2004, cuando le encaró a Ricardo Lagos en la Cumbre de Monterrey: Con Chile hay paz, no amistad.

Como varias ocasiones, el ex Presidente tiene serios cuestionamientos a la política chilena en relación a Bolivia, hasta raya en serios reparos con la diplomacia trasandina, a la que reclama trato igual que a Perú, país con el que mantiene un diferendo marítimo en tribunales de La Haya. Sin embargo, su convicción con el ansiado mar no cambia su percepción crítica respecto del gobierno de Evo Morales.

Así, cuestiona el frustrado ‘gasolinazo’ (según el Gobierno, la ‘nivelación’ de precios del diésel y la gasolina dictada en el Decreto Supremo 748, el 26 de diciembre del 2010), que en su criterio marcó un punto de inflexión entre el apoyo popular de antes y el descontento popular de ahora.

Como alternativa, considera que esa nivelación debería haber sido gradual, “en porcentajes razonables (10% ó 15%)” y en función de la realidad social. “Por lo tanto, la racionalidad económica ‘neoliberal’ puede funcionar en el escritorio, pero no en la realidad, tal es así que el presidente Morales tuvo que retirar la medida”, recuerda.

Descontento o no con el ‘proceso’ que encarna Morales, lo que sí Mesa Gisbert destaca del Presidente es su apuesta por la demanda marítima, hasta lo defiende del criterio chileno en sentido de que el anuncio del 23 de marzo de acudir a tribunales internacionales fue político, recurrente ante las crisis de popularidad.

— ¿Sigue pensando como el 2004 cuando le dijo a Lagos que con Chile hay paz, no amistad?
— La respuesta es muy evidente, dado que las cosas no han cambiado desde ese momento, y mi posición, tampoco.

— ¿Cómo debería actuarse tras el viraje estratégico del 23 de marzo?
— Como tú sabes, hemos tenido una reunión con el presidente Evo Morales cinco ex presidentes que fuimos invitados, y uno de los elementos que surgió como acuerdo de partes entre el Presidente y nosotros es que, por la naturaleza del tema y por cuestión de Estado, y lo delicado que es su tratamiento, de no hacer ninguna opinión en específico sobre lo que el Gobierno está haciendo y lo que va a hacer, hasta que el Gobierno no haga oficial su punto de vista. Y como todavía el Presidente, más allá de lo que dijo en su discurso del 23 de marzo, no ha adelantado ningún otro elemento complementario, hay que esperar lo que el Presidente, el Canciller o el director de la oficina de Reivindicación puedan decir.

— En Potosí plantearon el uso gradual de las aguas del Silala.
— Yo creo que una cosa que es evidente de manera general en las dificultades de relación con Chile el tema número uno es la reivindicación marítima, el número dos es Silala y el tres, el desvío del río Lauca.
Silala es un tema pendiente, muy sensible y muy importante de resolver. Creo que la posición boliviana ha vuelto al punto en el que estuvo en el origen, es decir, hay una cuestión pendiente de largo plazo.
Lo que plantea Potosí es una perspectiva y, como eso forma parte del paquete de negociación, Bolivia tiene que encarar eso de manera bilateral. Es un tema que Bolivia tendrá que resolver pero dentro de lo que el Gobierno está considerando como reivindicación general de sus relaciones con Chile. Por lo tanto, está tan embargada mi voz en el caso Silala como en el del río Lauca y del mar, en el sentido de voluntaria aceptación.

— Chile y Perú mantienen relaciones diplomáticas a pesar de la demanda en La Haya. ¿Considera que hay un tratamiento distinto de Chile a Bolivia?
— Por supuesto que sí. Me parece que la argumentación de Chile es endeble, en la medida en que no puede tener un criterio para su relación con el Perú y otro diferente para su relación con Bolivia. Sí está enzarzada en este momento en un diferendo en un tribunal internacional y eso no ha impedido no solamente una relación fluida a nivel bilateral, sino incluso una visita de Estado del Presidente (Alan) García hace unos meses a su colega (Sebastián) Piñera, no veo por qué Chile pretende excluir la relación bilateral fluida, que es lo que ha propuesto el Gobierno de Bolivia, a título de que Bolivia podría potencialmente ir a un tribunal internacional.
Yo creo que hiciste una pregunta correcta: Chile está haciendo una diferenciación que no tiene ningún sentido ni ninguna consistencia en lo que hace a una postura diplomática de un país en relación a sus vecinos, en este caso Perú y Bolivia.

— Usted siempre planteó multilateralidad. ¿Ha sido oportuno plantear el 23 de marzo esa postura a través del Presidente?
— Nuestra postura fue muy clara: creemos que Bolivia tiene todo el derecho de apelar a la bilateralidad, trilateralidad y multilateralidad de acuerdo a conveniencia e intereses del país en función de los mejores resultados. Ésa es una posición en la que me ratifico, y yo celebré que el presidente Morales recuperase el concepto de la multilateralidad y él mismo ha planteado que no desconoce ni niega la posibilidad de una relación bilateral y supongo que tampoco trilateral.
Lo que yo sostenía no era una posición personal, sino una interpretación en la que siempre he creído: la preservación de políticas de Estado y ésa fue una política de Estado boliviana en el largo plazo, anterior a nuestro gobierno, y, por lo tanto, el que se haya recuperado me parece correcto, porque Bolivia no debe hacer es separarse de sus propias políticas del Estado.

— Amerita la unidad ante esa demanda de magnitud. ¿Estará Bolivia preparada para eso?
— El gesto que tomó el Presidente de convocar a cinco ex presidentes muestra una paso adelante por comprender que más allá de nuestras diferencias —que son muchas y muy grandes— hay criterios que están por encima de ello. Esa iniciativa marca un giro importante.
Yo quiero subrayar que es la primera vez en la historia que se produce una convocatoria de esta naturaleza. Algunos medios han dicho equivocadamente que en 1990 ya se hizo una convocatoria de ex presidentes, lo cual no es cierto. Entonces estuvieron dos personas, Hugo Banzer —que sí era ex Presidente— y Gonzalo Sánchez de Lozada —que todavía no había sido Presidente—, y la convocatoria no fue para ex presidentes, sino para jefes de partidos políticos.
Ahora, el país está muy polarizado, más allá de esa iniciativa, que todavía no se han reabierto los vasos comunicantes entre el Gobierno y la oposición, que las posturas, sobre todo en las iniciativas del Gobierno, no son lo suficientemente amplias. Creo que esto es una oportunidad que debiera ampliarse en el caso del mar, sino en el diálogo Gobierno-oposición. Todavía el país —esto tiene que ver con responsabilidades del Gobierno— no ha dado el salto de funcionar democráticamente en los elementos políticos de su vida cotidiana. En ese sentido, todavía no estamos preparados.

— ¿Considera que fue político el mensaje presidencial del 23 de marzo como lo perciben en Chile?
— Uno de los lugares comunes y típicos, y de un poco avezado comentarista internacional, es que los presidentes bolivianos apelan al tema del mar siempre que están en dificultades de popularidad. Quiero recordar mi caso, porque de algún modo se hace referencia a mi propio gobierno, cuando tuve el problema con el presidente Lagos en la Cumbre de Monterrey (enero 2004) mi respaldo popular era del 81%. Está difícil que se pueda considerar que yo apelé al tema en ese momento.
Cuando tuve dificultades —mi peor momento fue 50% de respaldo popular, en el final de mi gobierno— el mar no estaba en debate: yo no reivindiqué el mar para resolver la crisis de junio. Por lo tanto, simplemente son lugares comunes. Yo podría interpretar, en este caso, que hubo una coincidencia en un momento difícil del Gobierno, pero mi impresión es que el 23 de marzo no está libre de toda sospecha; es decir, si realmente hubiera sido un caso de popularidad, qué coincidencia cayó en 23 de marzo el discurso del Presidente; tuvo que esperar un año para su popularidad.

— ¿Cómo percibe la situación del país?
—Difícil, complicada, creo que estamos en un momento de inflexión. El ‘gasolinazo’ ha marcado un antes y un después del gobierno de Evo Morales, y ese antes y después no lo está resolviendo adecuadamente. El problema que enfrenta el Gobierno es que esa medida rompió un pacto no escrito entre el Presidente y los sectores populares, y de base de la sociedad, que era ‘podré hacer cualquier cosa en función política, podré cometer errores, pero nunca en contra tuya, a diferencia de mis antecesores’. Éste, el discurso que, por supuesto, yo no creo, porque fui parte de sus antecesores.
El ‘gasolinazo’ fue el golpe más duro que se haya dado en democracia, en términos de costo y fardo económico. Quiero subrayar algo: yo no acepto —me parece una barbaridad— que los periodistas acepten el denominativo de ‘neoliberal’ para el período democrático anterior a Evo Morales.

— ¿Acaso no era necesario el gasolinazo?
—El hecho de que fuera necesario hay que analizarlo en dos direcciones. Uno, suponiendo que lo fuera, el Gobierno aceptaría que las reglas de juego que tuvieron que aceptar sus antecesores fueron las mismas; las reacciones del Gobierno fueron exactamente las mismas que las de sus antecesores. Segundo, ni la suma total de los gasolinazos, desde Víctor Paz Estenssoro hasta Eduardo Rodríguez Veltzé, no hace el porcentaje de aumento que de una sola vez trató de imponer el presidente Morales. Eso da una idea de la desmesura de la idea.

A juicio del diputado Edwin Tupa

Dice que lo conoce a través de la televisión desde los 15 años. Edwin Tupa (38) es jefe de la bancada nacional de Diputados del Movimiento Al Socialismo (MAS). A él le encargamos el juicio a Carlos Mesa Gisbert

— ¿Cuándo conoció a Mesa?
— Yo lo conocí en los noticieros de la televisión, como un buen periodista y presentador de grandes documentales.
—¿Alguna vez le estrechó la mano ?
—En ningún momento.
—¿Cómo lo considera políticamente ?
—Él tuvo una gran oportunidad cuando estuvo en la silla presidencial (2003-2005), pero no supo manejarse políticamente; perdió la oportunidad.
—¿Su personalidad?
—Mis respetos y mi admiración como periodista. Es un buen referente, yo lo veía desde mis 15 años (tengo 38). Su aporte en ese gremio ha sido fundamental.
—¿Lo ve como candidato presidencial?
—No, no lo veo como candidato. Creo que ya ni aparece en los noticieros, no lo vi en el ámbito periodístico y no está dedicado a la política. Pero es un buen periodista, lo admiro bastante.

Entrevista publicada en el suplemento político Animal Político de La Razón

martes, 26 de abril de 2011

Del Granado: "El MSM es una opción ante la debacle masista"

Fue el alcalde a quien Evo Morales quiso clonarlo. Convivió durante cuatro años y más con el gobierno del MAS, pero ahora se arrepiente y detesta esa etapa política, como de su pacto con el MNR. Considera que el MAS rompió con el MSM: “El MSM les aparecía como innecesario, como un peligroso estorbo en esta construcción hegemónica; fue una señal muy clara de esta equivocada conducción política e ideológica que el Gobierno está llevando hacia adelante.

“De manera autocrítica, asumimos como nuestros los errores de la conducción gubernamental en el primer tiempo; no estamos de ninguna manera ajenos a una autocrítica, aunque nuestra visión fue crítica y autocrítica, buscamos profundizar los aciertos y corregir los errores”.

Rubén D. Atahuichi López


Habla como candidato y dice que no lo es, aunque no descarta esa opción. Pero se decanta contra quien fue aliado suyo, Evo Morales Ayma, en este momento todavía el hombre con más fuerza política en el país. Juan del Granado presenta al Movimiento Sin Miedo (MSM) como la alternativa “ante la debacle masista”.

El ex alcalde de La Paz (1999-2010) ya trabaja para las elecciones “del 2014 o del 2019”. “Desde abril del 2010 estamos relanzando al MSM como opción nacional frente a la debacle masista y la mala conducción de este proceso”, dice.

Según explica, la propuesta del MSM consigna cuatro tipos de ‘construcciones’: económica y productiva, “para la articulación de un nuevo modelo económico”; la autonómica, para la “gestión de intereses de la gente en todos los rincones del país; la institucional, para plantear “una renovada institucionalidad democrática en el país”; y la plurinacional, para “sociedad no solamente de iguales, sino de pueblos y culturas iguales”.

Aunque recuerda a la derecha conservadora y neoliberal, Del Granado se apasiona contra el MAS y su propuesta política. El año 2009, (Álvaro) García Linera ofreció ‘capitalismo andino’ y a los pocos meses se pasó a ‘socialismo comunitario’. Hoy sabemos que hay una gran discusión entre los ‘comunitaristas’ y los ‘industrialistas’.

Ideológicamente, no tienen claras las cosas los amigos del MAS. Hasta se anima a decir que el Gobierno es un “mar de improvisaciones” y un reciclado de ‘unionistas’, adenistas y movimientistas.

— Si lo escuchan (leen) los del MAS, van a sindicarlo de emebelista o aliado del MNR.
— Fue parte de mi trayectoria política y no tengo ningún inconveniente en reivindicar mi pertenencia al viejo MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria), que luchó incansablemente por la recuperación democrática.
Reconozco el gravísimo error que cometimos en el MBL (Movimiento Bolivia Libre) de aliarnos con Gonzalo Sánchez de Lozada, pero el MBL fue anterior al MSM y éste no tiene nada que ver con el MBL.
A lo que voy es a que una nueva opción política no puede, si no tiene organización ni cuadros, ser el lugar de reciclaje de la vieja partidocracia y de los corruptos de siempre. Por eso es tarea esencial en una organización la formación.
— ¿Y el MSM es una propuesta de cambio al cambio?
— Sí, y no para el 2014, sino para hoy, porque hoy…
— ¿Y se puede incidir en eso?
— ...hoy, la gente necesita orientación y claridad sobre lo que está pasando en el país para no volver al pasado, y no suponer que estábamos mejor hace cinco años frente a la debacle masista, pero para no quedarnos en el presente, para avanzar en una visión de cambio verdadero, que tiene que ver con los cuatro desafíos que el MSM propone, pero en un ámbito profundamente democrático, teniendo como principio articulador la pluralidad económica. Estamos en contra del estatismo extremo, como estamos en contra del neoliberalismo; debe haber un justo equilibrio entre el mercado y el Estado, que no deben volver al pasado cuando fue anulado por el mercado. Tampoco podemos estar con las chapucerías de estos estatismos extremos, que quieren producir desde leche hasta cartón, pasando por las pilas de litio y las plantas de úrea.
— Eso suena a despecho; el MSM fue parte de la formulación de esos proyectos.
— No, nunca sostuvimos estatismo extremo ni que el Estado tenga que eliminar el mercado y la inversión privada o la producción comunitaria. Nuestra gestión de 10 años en La Paz ha sido un ejemplo de pluralismo; la inversión pública se ha duplicado y la hemos acompañado con acuerdos estratégicos, y con la cooperación internacional.
— Es posible que crean en el presente, pero también se proyectan con fines electorales. ¿Se puede hablar del MSM y Juan del Granado como una opción de cambio al cambio?
—Estamos en la construcción de una nueva alternativa política, que renueve, replantee y reconduzca el cambio para orientar y defender a la gente frente a esta visión autoritaria. Imagínate a qué extremo hemos llegado: Evo, García Linera y ministros calificando a la Central Obrera Boliviana (COB) de derechistas y golpistas, y a los trabajadores, el núcleo central del pueblo, que siempre han alentado el cambio y que siempre han sido el escudo ante las dictaduras. Evo Morales no sería Presidente sin los trabajadores.
Vendrán las elecciones en su momento. Además, somos profundamente democráticos, no vamos a hacer lo que dice García Linera: quieren voltear a Evo. No queremos voltear a nadie. Ojalá le vaya bien a Evo, ojalá gobierne bien.
Y veremos en qué grado de construcción alternativa nos encontramos el 2014 o el 2019.
— ¿Con Juan como candidato?
— No. La demostración es que ganamos La Paz sin Juan, cuando todos, incluyéndote a ti, los periodistas suponían si Juan no era candidato no ganábamos La Paz, mucho más si lo teníamos al frente a Evo Morales, a todo el aparato del MAS, a todo el dinero del Gobierno, a toda la campaña publicitaria en contra.
No te olvides que de Alcalde a ser clonado pasé a ‘Alcalde inepto’, en la boca del Presidente. Si pudimos ganar La Paz sin Juan, ¿por qué no podemos ganar con una propuesta alternativa a la conducción de los espacios nacionales?
— Pero Juan tiene un liderazgo absoluto en el MSM.
— Es relativo. ¿Cómo explicas el triunfo de Luis Revilla? ¿Por qué no puede ser Lucho o Rossío Pimentel (la Alcaldesa de Oruro)?
— Pimentel no es del MSM.
— No importa. El candidato no tiene que ser necesariamente del partido.
— Ah, ¿sí?
— Claro, estamos en una construcción que no puede ser ‘uniquista’ o partidocrática. Lo último que haremos será, pues, elegir candidato.
— ¿No será un riesgo? Pimentel dijo que le tiene miedo al MSM.
— (Se ríe) Sí, la he escuchado y lo comentamos con Rossío. Es que hay problemas, pues, en una conducción compleja como es la Alcaldía destrozada que recibió Rossío, un partido pequeño, el MSM, y las dimensiones del desafío de una persona que viene del periodismo.
Es un conjunto de problemas que todavía no los hemos superado en Oruro. Sigue habiendo una distancia entre el MSM y nuestra Alcaldesa; ella sigue siendo una persona que no es militante del MSM, pero la gestión sí es del MSM, ella llegó a la Alcaldía con nosotros.
— ¿Será potable una candidatura externa en el MSM?
— Claro que sí, perfectamente.
— ¿Para la Presidencia?
— Para la Presidencia, las diputaciones, las gobernaciones o las alcaldías. Es parte de una visión nueva. Así como no puede ser una visión partidocrática, el propio partido tiene que ser una visión nueva. Deberíamos tener un partido autonómico.
¬— ¿Apuesta a que no va a ser candidato presidencial el 2014?
— Ni lo uno ni lo otro, porque no puedo condicionar nada cuando no estamos definiendo candidaturas, cuando ésa no es la tarea. He estado en Guayaramerín y hemos tenido una caravana de recepción de cinco cuadras, y lo primero que me preguntaron tus colegas fue si ya empezó la campaña electoral. Yo les dije luego en una asamblea: “Les tengo una mala noticia, no soy candidato y no hay elecciones”.
— ¿Y no lo va a ser?
— No voy a ser candidato, no hay elecciones y no hay pegas.
— ¿No va ser candidato para las próximas presidenciales?
— ¿Cuál es la buena? “Están convocados a construir una nueva opción para hoy, no para el 2014”.
— Me está evadiendo la pregunta. ¿Descarta ser candidato?
— No descarto, pero ése no es el tema. Entiendo tu preocupación y la manera incisiva de cómo tocas el tema, pero no es nuestra preocupación. Están saliendo encuestas que (dicen) a ‘Juan no le gana a Evo o Evo no le gana a Juan’, o (Samuel) Doria Medina o a (Rubén) Costas en Santa Cruz.
— Encuestas en tiempos en que no se avizoran elecciones.
— Así es. Por eso el destino vacío de tu pregunta, te estás lanzando con una hermosa pirueta a una piscina sin agua; no hay elecciones.
— Pero a cuatro años puede que el MSM esté construyendo la candidatura de Del Granado.
— No, no es correcto; el MSM se opone a construir un proyecto alternativo con base en un candidato. No lo vamos a hacer. Una de las falencias que normalmente tienen las estructuras de gobierno es la nominación de autoridades y funcionarios en función de los liderazgos…
Además de los cuatro desafíos, internamente tenemos otros desafíos, para construir desde cuatro escenarios: ideológico, programático, organizacional y dirigencial. Ahí están cifradas las posibilidades de una nueva fuerza alternativa.

A juicio del viceministro César Navarro

Compartió con él durante la alianza MAS-MSM. El viceministro de Coordinación con los Movimientos Sociales, César Navarro, considera a Juan del Granado como un típico socialdemócrata “de coyuntura”.
— ¿Cuándo lo conoció?
— Entre 1992, cuando era abogado contra Luis García Meza.
— ¿Cómo lo califica?
— Es un cuadro típico de la socialdemocracia lationoamericana, que actúa en función de la coyuntura no marcado por principios ideológicos, que les permite acomodarse a las coyunturas políticas de los diferentes momentos. Cuando se funda el MIR se habla del socialismo, pero cuando entra en crisis la UDP asume otro rol y el MIR se convierte en uno de los trípodes del neoliberalismo y el MBL tarda un poco más, pero termina siendo de la estructura de poder.
— ¿Cómo fue Del Granado como aliado del MAS?
— Más que aliado, el MAS y el Gobierno le permitieron salir de la palestra municipal a la nacional. Incluso impulsaba la candidatura de René Joaquino. El MAS le permitió tener una imagen nacional.

Entrevista publicada el domingo 24 de abril de 2011 en el suplemento Animal Político de La Razón

Señora Ardaya, no nos cuente el cuento

Rubén D. Atahuichi López

¿Que el caso de los militares metidos en el contrabando es un caso aislado? Al menos yo no me dejo contar el cuento por la presidenta de la Aduana Nacional, Marlene Ardaya, que el domingo le dijo eso a la red Erbol.

Y tengo muchas razones. Una de ellas pasó como anécdota (para las autoridades), que incluso la conté como noticia mientras escribía para La Prensa, en 2006. A ver, algunos detalles.

Al volver junto con mi hijo de ocho años de mi pueblo en Oruro, ante la falta de un vehículo, tomé uno y otro privados de emergencia. El último, para mi suerte, era ilegal, en la carretera Tambo Quemado-Patacamaya. De pronto, el conductor se dio cuenta que el coche del frente era uno de militares de Curahuara. Nos interceptaron y nos encañonaron luego de una breve persecución. Una hora de vilo, a la medianoche.

Al final, después de un regateo, el dueño del carro pagó 300 dólares, y otros 300 por el camión de adelante, que también había sido suyo. No quise develarme como periodista, habría sido mucho riesgo, y con el niño durmiendo en mis brazos. Sin embargo, traté de ayudar al chofer a evitar que pague, al considerar que al llegar a destino, con el vehículo incautado, íbamos a denunciar a los dos oficiales.

Al retomar el camino, el “chutero”, como se llama a quienes importan carros ilegales, me comentó que esa “requisa” era normal, que la idea era evadirla en altas horas de la noche. No fue su día-noche, pero el de esos militares del Regimiento Tocopilla sí, que como muchas otras unidades militares semanas antes habían sido encomendadas por el presidente Evo Morales a apoyar las tareas de interdicción al contrabando.

El ratón cuidando el queso. Eso también pasa con algunos oficiales del Control Operativo Aduanero (COA). Hace poco, cuando escribía para Erbol, investigué varios casos en los que oficiales policías estaban implicados en delitos de contrabando. Hasta supe que cuando un jefe del COA se refiere al paso libre de camiones de contrabando le dice a su subalterno que “ése tiene su pin”. Es decir, el dueño de la mercadería ya había pagado la coima.

Otro caso, que investiga el Ministerio Publico, se refiere a la implicación del gerente regional de El Alto, José Luis Lafuente, quien, a pesar sido sujeto de arresto domiciliario por una investigación sobre delitos aduaneros , consiguió volver a sus oficinas. Otras 17 personas están implicadas en el caso, la mayoría de ellas funcionarios de la oficina de interdicción al contrabando.

Cuestionada sobre la actuación de algunos funcionarios y policías implicados en ilícitos, Ardaya dijo que “son personas” y no hay corrupción en la Aduana Nacional hasta “donde pueda controlarla”.

En otra entrevista, el comandante del COA, Osvaldo Cabrera, coincidió con la Presidenta de la Aduana. “Yo no puedo meter las manos al fuego” por ninguno de los policías a su mando, “son personas humanas y tienen debilidades”, decía.

Son algunos casos, pero yo no creo que sean aislados. En el COA dicen que el “sistema” continúa, es decir, el cobro de sobornos por el paso de contrabando. Y los militares no son angelitos, sólo falta escudriñar el contrabando de combustibles al Perú, seguro que están metidos en eso, como dicen en off el COA.

Así que no nos cuenten el cuento. El contrabando pasa por las narices de la Aduana Nacional y no es difícil de detectarlo.

Columna publicada en La Razón

martes, 12 de abril de 2011

El diferendo verbal de una farsa diplomática

Rubén D. Atahuichi López

Los dichos de las últimas semanas entre distintas autoridades de Chile y Bolivia me hicieron recuerdo —lo escuché de chico— a un improperio diplomático de hace tres décadas, que fue más allá del “carajazo” de Eduardo Abaroa.

El jefe y almirante de la Armada chilena José Toribio Merino, entonces miembro de la Junta de Gobierno de Augusto Pinochet, se mandó una perla en las discusiones diplomáticas sobre la demanda marítima boliviana: “Bolivia nunca tuvo mar. Sus habitantes son auquénidos metamorfoseados que aprendieron a hablar”.

Esa vez no ha causado más que indignación entre las autoridades y el pueblo bolivianos. Para entonces, ni pensar —como ahora— en el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Chile y Bolivia, ni guardar los equilibrios verbales. Las discusiones diplomáticas siguen siendo una farsa, a pesar de que ciertos analistas o ex cancilleres reclaman prudencia.

Más tarde, en enero de 2004, en la Cumbre de las Américas de Monterrey, los presidentes Carlos Mesa, de Bolivia, y Ricardo Lagos, intercambiaron más que ceños fruncidos en el foro. “Con Chile tenemos paz, pero no amistad”, arengó el boliviano. Y el chileno se enojó: “Si de diálogo se trata, ofrezco relaciones diplomáticas aquí y ahora”.

¿Relaciones diplomáticas sin mar? ‘Anda a tomarle el pelo a tu abuela’, habrá jugado en su mente Mesa.

Ahora, siete años después, ni Sebastián Piñera ni, mucho menos, Evo Morales guardan la compostura verbal. En sus formas más diplomáticas, sus declaraciones denotan, pues, otro carajazo, que han sido recurrentes desde incluso antes del 23 de marzo, cuando el Presidente de Bolivia, en un discurso muy cordial, anunció el cambio de estrategia en la demanda marítima boliviana.

En su informe del 22 de enero, Morales dijo con cierta sorna una frase alusiva al territorio del Litoral de 120.000 kilómetros cuadrados que en 1879 perdió Bolivia, a semanas de la reunión de cancilleres en La Paz: “Atacama era antes de Bolivia, esperamos recuperarlo pronto”. Al día siguiente, Piñera devolvió gentilezas: “Atacama es y va a seguir siendo chilena, con soberanía chilena, y eso nunca ha estado ni va a estar en las conversaciones con Bolivia”.

Sin embargo, el cruce verbal fue más latente desde el 23 de marzo. Piñera, en consecuencia con la política exterior de su país, decía sin desparpajo en varias ocasiones que la soberanía que demanda Bolivia no está en debate, como el Tratado de 1904, al mismo tiempo de instar al diálogo bilateral. Al otro lado, Morales planteaba soberanía y multilateralidad.

El 1 de abril, el Presidente de Chile, fue frontal: “Ellos (los bolivianos) pretenden algo que es imposible”. Y un día después, su par boliviano, en Charaña (en el mismo lugar del mítico abrazo de Pinochet y Banzer en 1975), respondió: “Que nos digan desde Chile que es imposible hablar, dialogar sobre soberanía, se equivocan. Eso se llama ignorancia, eso significa no tener sentimiento, eso significa que hay que enclaustrar a un pueblo”.

Columna publicada en La Razón

martes, 29 de marzo de 2011

Ante el mar, las miserias bolivianas

Rubén D. Atahuichi López
El país todavía masculla el giro que causó el 23 de marzo el discurso del presidente Evo Morales. Muchos dicen que fue un despropósito y otros se alegran por el paso que dio el mandatario ante las “sonrisas” en el otro lado –de Michelle Bachelet, primero, y Sebastián Piñera, después— que caracterizaron su relación con Bolivia en el último lustro.

En la lógica popular, el Jefe de Estado estuvo acertado en su anuncio de acudir a tribunales internacionales para resolver el viejo litigio con Chile. Es que –se dice— un gobierno no puede pasarse años y años, y cinco en el último tiempo, charlando y charlando con su vecino, a título de tender puentes de confianza.

Aunque lo dicho por Morales el Día del Mar sorprendió al mundo, su discurso se veía venir. Si antes fue muy cauto, y hasta se mostró amigable (el baño de popularidad en Chile y la solidaridad en la salida de los 33 mineros), en los últimos meses dio señales claras de un batacazo en las conversaciones con Chile. Claro, no lo percibimos ni con el olfato periodístico.

Primera señal. ¿A título de qué el cónsul Walker San Miguel dijo que estaba preparando su vuelta al país para marzo? No fue casual la declaración del representante nacional en Santiago, aunque el canciller David Choquehuanca entonces se haya expresado sorprendido. Lo dicho por el Cónsul anunciaba ya la creación de un ente como el ahora se conforma para la causa marítima y, consiguientemente, el tan debatido golpe de timón.

Segunda señal. El 17 de febrero, Morales expresó, aunque de manera cauta, su preocupación por la falta de una propuesta de parte de Chile, a años de la instalación de la agenda de 13 puntos, entre ellas la demanda marítima. “(…) y para el 23 de marzo voy a esperar una propuesta concreta que sea una base para debatir”, dijo.

Y el 23 de marzo, esas señales le dieron el giro a la estrategia boliviana, con los argumentos ya conocidos. Ahora, el debate es sostenido, mientras el Gobierno estructura una justificación con base en consensos sociales y políticos, y jurídicos, en los que deberían participar todos. Así, la administración de Morales incluso debería invitar a expertos en el área, ex diplomáticos y ex presidentes, sin distinción ni discriminación ni cálculos políticos.

Uno que aparentemente no se brinda ni se excusa es el ex presidente Carlos Mesa, que al día siguiente del anuncio presidencial aplaudió la decisión gubernamental sobre la disposición del diferendo a “un escenario multilateral”.  Juan Del Granado, ahora opositor al Gobierno, también expresó su respaldo a la propuesta, de la que dijo que “es correcta”.

Sin embargo, quienes actuaron de manera opuesta, y sin propuestas alternativas, fueron los de la oposición en la Asamblea Legislativa, que le primero que hicieron es plantear una interpelación contra el Canciller. 

Así, otra vez más se desnudan las miserias bolivianas que primaron siempre en el conflicto con Chile. Al contrario, al otro lado de la frontera, Piñera recibió el fin de semana un apoyo unánime en su respuesta a la posición de Bolivia.

Columna publicada en La Razón

miércoles, 9 de marzo de 2011

A manera de despedida, el “enfoque real”

Rubén D. Atahuichi López

Una sala de redacción es casi parecida a una asamblea legislativa, con la diferencia de que en la primera el bien común es su interés esencial. Quizás los legisladores tengan el mismo sentimiento, pero –con las disculpas necesarias— son nomás lo que son, fichas en el afán de consumar réditos políticos en desmedro de otros.

Bueno, la idea no es hablar de los políticos, sino del papel de los periodistas en ciertas tareas y responsabilidades suyas, en este caso, en su actuación frente a lo que considero el “enfoque real”, que es la aproximación al hecho noticioso alejada de apasionamientos personales.

Todos los periodistas somos un sujeto político, con tendencias personales marcadas por cierto pensamiento político o corriente ideológica, o por su forma de entender el estado de las cosas. Nuestra percepción de los hechos tiene sustento en eso. Así, por ejemplo, unos consideraron a los hechos de octubre de 2003 como motivados por la “Bolivia bloqueadora” y otros, como una “protesta del pueblo contra el régimen de Gonzalo Sánchez de Lozada”.

Ahora, puede ser muy discutible esa percepción del enfoque real, conceptualmente hablando. Pero –pienso— implica una idea más cercana al tratamiento responsable de la información, que contrarresta al discurso de la objetividad (no, pues, es difícil llegar a eso, aunque es lo ideal) y se emparenta con el equilibrio.

Tratándose nuestro servicio de un bien social, creo firmemente que a la hora de escribir, tomar el micrófono o disponerse ante una pantalla de televisión, el periodismo debería apuntar a ese enfoque real, a contar los hechos tal como son, con la responsabilidad que exige la ética profesional y las técnicas esenciales del tratamiento de la información.

Así, por ejemplo, no concibo que ciertos medios se afanen en repetir y repetir una idea equivocada en sentido de que el general retirado de la Policía Nacional René Sanabria, un supuesto narcotraficante pillado por Estados Unidos en Panamá, sea “el zar antidroga de Bolivia”. Claro, la intencionalidad es sospechosa.
No es, pues, “el zar”, un actual funcionario policial al mando de la institución que lucha contra el narcotráfico. Es general en retiro, funcionario hasta hace poco del Ministerio de Gobierno y ex director nacional de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico.

Bueno, quizás se trate de un descuido, pero –créanme, puedo pisar la manguera de “bombero” esta vez— no es así, hay cierta intencionalidad, y política, lamentable. Un “descuido” no puede ser tan sostenido y recurrente; no responde al enfoque real.

Los enfoques entre un periodista y otro, entre un medio y otro, son siempre distintos. Hay siempre una manera particular de contar los hechos. La idea es que –por ejemplo, en una sala de redacción— ese enfoque sea de sentido común, en el afán de que el público sepa los hechos como son. Comprendo, es una tarea difícil.

Los periodistas deberíamos intentar siquiera ese propósito, por consideración con nuestro público, al que le hemos arrebatado el espacio de los medios haciéndole creer que estamos plenamente a su servicio. Claro que estamos a su servicio, y mejor sin apasionamientos ni la necesidad de forzar la información por cualquier interés que no sea el que sustenta nuestra convicción profesional.

Consideré hablar de esto al recordar varias discusiones periodísticas que tuve en Página Siete, cuando fui su jefe de informaciones. Lo escribo en homenaje al palo y la zanahoria que sentí cuando dejé esa redacción, aunque también acepté la invitación de siquiera seguir escribiendo esta columna.

Agradezco la oportunidad que me dieron en este espacio (hace dos semanas me invitaron a ocuparlo cada semana) y anuncio en estas líneas que estaré en otros lados.

Columna de despedida publicada en Página Siete

lunes, 28 de febrero de 2011

Evo y el punto de inflexión necesario

Rubén D. Atahuichi López
Los bolivianos nos habíamos acostumbrado a tantos dislates –en su mayoría verbales— del presidente Evo Morales, quizás sin resignarnos a perder la esperanza de que en el tiempo el hombre cambie.
Pues no cambió. Desde sus comentarios sobre las secuelas de la carne de pollo o las virtudes de la Coca-Cola en tareas del plomero, hasta el “gasolinazo”, que ha marcado un punto de inflexión necesario, que con el escrutinio del pueblo ha expuesto al mandatario y a su Gobierno a una situación política complicada.
Cuando todavía regía el incremento del precio de los combustibles, el 30 de diciembre de 2010, había escrito una columna que no fue publicada debido a la sorpresiva abrogación de la norma un día después. Decía en esa columna que Morales tenía la obligación de sustentar la “normalización de la economía” a través de la medida con una gestión pública más eficiente.
Ahora pienso lo mismo, aunque considero que el esfuerzo debería ser extremo, desde un cambio de actitud que tanto había reclamado. No fue suficiente, ni las propuestas planteadas por otros críticos y analistas de este proceso, como el colega Andrés Gómez, que la semana pasada escribió en sentido de que el proceso pide cambio.
Sin el ánimo de otorgarle razón a ciertos políticos de oposición o a algunos analistas, Morales y su administración han tenido, pues, una serie de errores, como lo admitió el vicepresidente Álvaro García Linera en relación al gasolinazo. Pero, pienso, el más grave error fue su confrontación permanente con los sectores de la empresa agropecuaria, de la que depende el 70 por ciento de la producción de alimentos en el país.
Menos mal que el Gobierno pretende dar un giro por lo menos en ese aspecto, que le ha obligado a buscar una alianza con los productores para garantizar la provisión de alimentos, comenzando por el azúcar. Sin embargo, los ímpetus no son suficientes, tendrá que empeñarse para superar un obstáculo que quizás no lo ha previsto: el respaldo popular.
En los últimos días salieron a la luz pública ciertas encuestas de opinión acerca de la popularidad del Presidente del Estado. Sin ser erudito en el tema, sinceramente no creo en los resultados, aunque admito que hay un descontento creciente en la comunidad respecto de Morales y su gestión.
El 67 por ciento de votación que el mandatario y su partido consiguieron en diciembre de 2009 ahora es sólo una estadística. Morales y el Movimiento Al Socialismo (MAS) ya no pueden jactarse de ese apoyo, que se ha reducido en los últimos meses debido a su gestión, su actitud todavía confrontacionista y su catarsis permanente respecto del pasado político del país.
Si bien no son tiempos electorales, el MAS debería sacudirse y entender que sus pretensiones políticas dependen del voto y la confianza de la comunidad. Y esa confianza ahora le exige una gestión más eficiente, más transparente y más complementaria con otros niveles de gobierno subnacionales. Que el neoliberalismo, que la derecha, que Estados Unidos… A seis años del mandato de Morales, esos pretextos ya no son tan creíbles.
El punto de inflexión que señaló el gasolinazo era necesario para desahuciar el tono, desnudar la soberbia, moderar el discurso y ajustar las políticas sociales y económicas de la administración gubernamental. Ese mayor empeño debería responder a las necesidades básicas, sin juegos políticos ni cálculos por un tercer mandato, que, saben Dios y la Pachamama, no sé si será posible.
Columna publicada en Página Siete

martes, 15 de febrero de 2011

Cossío, dime con quién andas y te diré quién eres


Rubén D. Atahuichi López*
¿A quién se le ocurre en la cotidianidad esconderse en la valijera de un auto? ¿Y si es para huir? ¿A alguien que quiere burlar la autoridad o a uno que pretende cuidarse de ella o los malhechores?
Al otrora gobernador de Tarija Mario Cossío se le ocurrió la idea, como sacada de una película, ayudado por sus amigos del otro lado de la frontera: un empresario rodeado de escándalos, un director de un diario que apoyó la dictadura de Alfredo Stroessner y otros dos políticos vinculados al general golpista Lino Oviedo.
Todo fue planificado desde la misma Vicepresidencia del Paraguay. Como antes en La Nación y el mensuario boliviano Día D, el senador liberal Alfredo Jaeggli no pudo guardarse el secreto (se jacta siempre de ser sincero) y contó a radio Erbol cómo Cossío dejó Bolivia y a cambio de qué.
El líder político tarijeño salió del país en la maletera del auto del empresario paraguayo Marcio Schussmüller la noche del 16 de diciembre. Horas antes, el vicepresidente Federico Franco se había preocupado por su amigo (lo conoció en 2003). Incluso, Jaeggli pretendió rescatarlo en su avión: “El vicepresidente Franco y Marcio me consultaron si yo podía ir a sacarlo de Bolivia. Entonces yo pensé tomar mi avión, entrar a Bolivia, rescatarlo a Mario (…). La idea era irme de contrabando, recogerlo y traerlo acá para su refugio”, confesó el legislador a Día D.
Franco, como Jaeggli, es allegado de Oviedo, quien ha sido responsabilizado en 1996 de un intento de golpe de Estado contra el presidente Juan Carlos Wasmosy del magnicidio del vicepresidente Luis María Argaña, casos por los que el militar fue condenado a diez años de presión. Entretanto, Schussmüller es un empresario cuestionado por una serie de actos, entre ellos el escándalo Kolping, referido al dinero de la cooperación alemana que desvió a la construcción de burdeles como “centros de capacitación”.
El cuarto en la lista de amigos de Cossío es Aldo Zucolillo, el director y dueño del diario ABC Color, que desde sus notas y editoriales impulsó la declaratoria de refugio a favor del gobernador suspendido. Sólo un dato sobre el hombre: “Éste será un gran diario al servicio de un gran Gobierno”, le dijo Zucolillo a Stroessner cuando comenzó a circular su diario.
Y si hablamos de la decisión del Consejo Nacional del Refugiado (Conare), entenderemos mejor el favor que en Paraguay le devolvieron a Cossío, quien –como contó Jaeggli— colaboró con el Partido Liberal Radical Auténtico a través del financiamiento de poleras, lapiceras y mucho más (¿Cómo entendemos que el ex diputado del MNR haya declarado en la Contraloría sólo 60.000 dólares si hasta es capaz de financiar campañas políticas externas? La diputada Aida Robles contó al periodista de Día D Rafael Sagárnaga que en el Conare había una decisión previa, que omitió adrede una consideración jurídica del caso del gobernador fugitivo. Y Jaeggli lo admitió, dijo que esa resolución fue más política que técnica.
Claro, y en Bolivia ciertos políticos pretenden hacernos creer que lo que le pasó a Cossío fue un acto democrático en contra de la dictadura de Evo Morales, como ya se animó a calificar Zucolillo en su periódico o Jaeggli.
 Cossío tiene derecho a arrimarse a cualquier árbol. Lo que no nos contaron antes los medios en el país es que el hombre fue rescatado y acogido por políticos y empresarios que no tienen la altura moral de nombrar la democracia. Así, el ex gobernador –ya hay que decirlo así— responde a esa misma lógica ultraderechista que pregona democracia pero medra de ella.
*periodista
Publicado en Erbol

jueves, 10 de febrero de 2011

El ABC de la ultraderecha y políticos vinculados a la dictadura de Paraguay acogen a Cossío

Aunque en Bolivia la oposición de Evo Morales hizo propaganda con la decisión “democrática” para el refugio de Mario Cossío en Paraguay, políticos otrora aliados del ex dictador Alfredo Stroessner y empresarios de dudosa reputación rescataron y luego acogieron al gobernador suspendido de Tarija.
Esas conclusiones se derivan de una investigación realizada por el periódico mensual Día D y el periodista Rafael Sagárnaga, que relata desde cómo el político tarijeño abandonó el país hasta cómo consiguió su condición de refugiado en Asunción, a pesar de las 27 causas que las autoridades judiciales le siguen en Bolivia.
La trama tiene su origen hace varios años, desde tiempos en que Cossío fue presidente de la Cámara de Diputados en Bolivia, en el Gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, cargo desde el que se vinculó con políticos de ultraderecha de Paraguay, entre ellos el actual vicepresidente Federico Franco, entonces gobernador (2003-2008) del Departamento Central de Paraguay y miembro de la Zona de Integración del Centro Oeste Sudamericano (Zicosur).
Cuando Cossío huyó de Tarija, el día en que el Consejo Departamental le suspendió del puesto, quien se preocupó por él fue Franco, como el empresario Marcio Schussmüller, en cuya casa –ubicada en barrio residencial de Asunción— vive ahora el suspendido gobernador.
“El vicepresidente Franco y Marcio me consultaron si yo podía ir a sacarlo de Bolivia. Entonces yo pensé tomar mi avión, entrar a Bolivia, rescatarlo a Mario (…). La idea era irme de contrabando, recogerlo y traerlo acá para su refugio”, confesó a Día D el senador liberal Alfredo Jaeggli, el tercer colaborador de la ex autoridad.
Cossío no llegó el día de la suspensión a su casa, el 16 de diciembre de 2010. Desapareció inmediatamente después de abandonar la huelga que en defensa de su cargo sostenía con sus secretarios y otras autoridades departamentales. El relato de Día D dice que salió por la parte trasera de la Gobernación, apareció en los predios del Coliseo Cerrado de Tarija y tomó dirección a la “salida al Chaco”, hasta Bermejo.
De allí cruzó a Aguas Blancas (Argentina) acompañado de “dos uniformados de alto grado, uno de la Policía y el otro, militar del Ejército. También estaba por ahí un conocido diplomático argentino”, cita el periódico. A partir del lugar viajó a Paraguay en la “valijera” del auto de Schussmüller, contó Jaeggli.
En Asunción recibió el respaldo pleno del director del diario ABC, el de mayor tirada de Paraguay (32.000 ejemplares diarios). Aldo Zucolillo –que hace poco calificó de dictador a Evo Morales—  impulsó desde los editoriales y las notas de página el refugio de Cossío, al que le dio amplia cobertura. Día D dice que el caso del boliviano ocupó en el mes que duró el trámite de refugio 26 noticias principales de tapa.
La deferencia con Cossío tiene mucho sentido. Jaeggli conoció a éste en 2008, cuando fue veedor del referéndum por el estatuto autonómico de Tarija, y reconoció que su amigo ayudó a su partido, el Liberal Radical Auténtico (PLRA), en las elecciones (en abril de 2008 hubo comicios presidenciales y noviembre de 2010, municipales). Mario “nos ayudó con camisetas, con lapiceras, financiando algunas cuestiones… Es normal, entre políticos nos ayudamos”, comentó sin desparpajo el senador.
Entre los antecedentes de Jaeggli  se encuentran su abierta oposición  a la Alianza  Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA), que integran Bolivia, Ecuador, Venezuela, Cuba y Nicaragua. Además, en su país fue duramente cuestionado por ser defensor fervoroso del uso de transgénicos en la agricultura, la exoneración de impuestos a la importación privada de aviones o la idea de retirar de las calles  a niños que se ganan la vida haciendo piruetas al paso de los vehículos. Día D recuerda que en 2004 el legislador pretendió facilitar el retorno de Lino Oviedo, un general golpista afincado en Brasil.
A Marcio Schussmüller  se le conoce por ser “capaz de meterse en cualquier negocio”. En esa condición estuvo relacionado con importantes empresarios bolivianos en las ferias de Exposur, en Santa Cruz. También tuvo vínculos con Oviedo y siempre recuerda que fue “condecorado por el general Banzer” en 1997.
Fue develado por la revista alemana Spiegel, el 11 de agosto de 2010, como quien desvió fondos de la cooperación alemana destinados al proyecto Kolping. Dice que construyó burdeles que funcionaban como “centros de capacitación”, en ciudad General Oviedo. El diario ABC se hizo eco de la noticia, aunque nunca se refirió al hombre.
De entre todos, Zucolillo marca diferencia. El diario ABC recibió apoyo del dictador Stroessner. En agradecimiento, el director del diario le dedicó una frase célebre: “Éste será un gran diario, al servicio de un gran Gobierno”.
“La familia Zucolillo era parte del entorno de Stroessner. Su principal vínculo, Conrado Pappalardo, el cuñado, era ceremonial de Estado del dictador. En 1974 el hijo de Antonio ‘Tuco’ Zucolillo, Hugo Fernando, enlazó con la hija del dictador, María Olivia. Según documentos encontrados en los archivo del terror, Julio César Zucolillo, el otro hermano, era pyrague. Antonio Zucolillo fue designado embajador de Stroessner en Londres en 1980”, dice otra investigación periodística.
También fue socio del almirante argentino Emilio Massera (Massera & Asociados), célebre en la dictadura de Rafael Videla. Cuando en 1977 Massera visitó Asunción, el editorial de ABC lo llamó “ilustre visitante”, recuerda Día D.
Zucolillo presionó desde ABC por el refugio de Cossío. En la Comisión Nacional del Refugiado (Conare) había una mayoría ultraderechista, aunque la diputada Aida Robles, como miembro del ente, planteó su objeción a pesar de ser encomendada desde el Congreso Nacional para votar a favor del suspendido gobernador. Ella dijo a Día D que en el Conare ya había una decisión sin ninguna consideración previa del caso. “Ante esa decisión, yo solicité a los compañeros que no se tomara una decisión muy rápida, sin tener los conocimientos acabados de la situación”.
El día antes de la resolución de Conare, Día D habló con Jaeggli, quien, al considerar que ya existía una posición a favor del refugio, adelantó la renuncia de Robles, como ocurrió luego. “Todos los actos de los políticos, así como de los empresarios, son interesados. Los empresarios para ganar dinero y nosotros para ganar votos”, justificó el senador.
El 18 de enero de 2010, Cossío fue beneficiado con el refugio. “La Conare tomó la decisión por unanimidad, por fundados temores de persecución política" en Bolivia, expresó la senadora del oficialista Partido Liberal Zulma Gómez, quien, según cuenta Rafael Sagárnaga, casi le tira los papeles a la ministra de Transparencia de Bolivia, Nardi Suxo, cuando ésta quiso argumentar las razones por las que Paraguay no debía aceptar la solicitud del suspendido gobernador.
Cossío fue suspendido el 16 de diciembre de 2010 por la alianza de la Asamblea Legislativa conformada por el Movimiento Al Socialismo (MAS) y Poder Autonómico Nacional (PAN), que luego nombró en su lugar al asambleísta del MAS Lino Condori. El entonces gobernador fue implicado en el caso Imbolsur, de compra irregular de cemento asfáltico.
Nota del autor publicada en Erbol digital